Prueba de una BMW única realizada a partir de una R 1150 GS
TOPARSE CON UNA BALA. Todavía quedan motos únicas, casi imposible de clasificar, como esta impresionante montura realizada a partir de la conocida BMW R 1150 GS.
La original BMW tuvimos la ocasión de probarla en medio de un helado día por el sur de la Selva Negra alemana. Mirábamos hacia arriba y veíamos un cielo negro zaíno con unas más que amenazadoras nubes. Rodamos por el monstruo redondo por las carreteras desiertas. Por un momento nos pensamos que estábamos encima de un mamut o de cualquier otra criatura digna de la Edad del Hielo. Pero estamos hablando del pasado otoño. La Edad de Hielo hace mucho tiempo que se ha derretido… Los mamuts ya no campan a sus anchas, ni de ninguna otra manera. La imagen es difícil de creer, pero sí estamos ante una BMW R 1150 GS o lo que queda de ella…
Sí es una GS, pero con otra «piel». Las protecciones de la horquilla Telelever parecen los colmillos que emergen de la cabeza del monstruo. Estas arqueadas formas se extienden por buena parte de la moto: desde el mentado Telelever, hasta la parte delantera pasando por el ancho manillar. Los faros son dos minúsculos proyectores posicionados uno encima del otro. Dos piezas de agalla abrazan el depósito por cada lado y ayudan a que esta criatura parezca una especie de bola enorme.
Klaus Beutler
«Casi me explotó el cerebro tratando de que la horquilla, el depósito y el manillar desapareciese bajo una sola pieza», nos dijo el constructor, Klaus Beutler, pintor y diseñador. Un hombre que se dedica a pintar y a «tunear» streetfighters. Los fines de semana, cuando no está montando en su Benelli Tornado, MV o Zündapp Bella, se dedica a trabajar en su GS. En realidad quería hacer una montura mucho más baja, pero la horquilla lo hizo imposible. Así todo el resultado es un modelo que parece ser hecho de una sola pieza. Todas las formas y las líneas parecen unirse. Nos recuerda un poco a un autobús articulado, las protecciones de la horquilla se funden de forma perfecta con las «agallas» que hay a cada lado del depósito.
Klaus Beutler ha cogido fibra de vidrio y resina, para luego ponerse a trabajar durante meses con el objetivo de dejar a la BMW R 1150 GS irreconocible. Donde no se ha esmerado es en la consecución de un original de gran ligereza, aunque la minimalista parte trasera podría hacer pensar lo contrario. Sobre todo si la comparamos con lo pesado que parece en la BMW R 1150 GS estándar.
En la terminación tampoco ha puesto sus mayores empeños. De cerca las piezas parecen forjadas en bruto, toscas, sin pulir. Así todo cuando estás delante de esta bala redonda no puedes evitar abrir la boca y mantenerla abierta durante bastante tiempo… Klaus Beutler es un verdadero artista, como se pone de manifiesto nada más observar con un poco de atención su creación. Si no échale un vistazo a la multitud de pequeñas piezas que imitan la fibra de carbono, desde las ruedas hasta el chasis. Algunas piezas han sido pintadas con la técnica denominada «Dip-Print», pequeñas láminas húmedas que se colocan sobre la superficie. La pieza que cubre el manillar, en cambio, fue pintada a pincel.
BMW Beutler Boxer
La BMW Beutler Boxer no sólo parece un mamut desde fuera, sino también cuando tienes el valor de subirte en ella y darte una vuelta. La primera dificultad que tienes que superar es la elevada altura a la que se encuentra el asiento. La altura es tal que en el sillín podría estar nevando, mientras que en el guardabarros trasero sólo llueve. Sólo con mucha dificultad es posible pasar la pierna derecha por encima de la moto. Una vez conseguida esta gesta, el piloto se queda encajonado entre el sillín y la protección que hay por encima del depósito. Ahora llega el momento de afrontar la segunda dificultad: los reposapiés, pues tienen una forma tal que molestan en la pantorrilla y las piernas no dejan de quererse escurrir hacia abajo.
El radio de giro es tal, que ni siquiera en el famoso óvalo de velocidad de Nardo seríamos capaces de dar la vuelta. Pero sigamos intentándolo, una vez que seamos capaces de apoyar los pies en los reposapiés tendremos que enfrentarnos a la tercera dificultad: el manillar. Están justo al lado de tu pecho y asirlos no es fácil. Los puños son casi tan anchos como un antebrazo, lo que tampoco ayuda. A duras penas nos podíamos agarrar al manillar. Apretar la maneta del embrague, frenar… eran tareas en las que había que poner todo el empeño y un poco más. El probador, tras 35 años de experiencia, se preguntaba si, de pronto, se había olvidado a ir en moto.
Klaus Beutler asegura que no ha hecho nada en el chasis, se trata del que viene de serie, sin la más mínima alteración. Pero la verdad es que rodando con la moto es difícil de creer. Por las carreteras de la Selva Negra la BMW Beulter Boxer se muestra nerviosa y tambaleante. Quizás se deba al alto centro de gravedad, o a la posición tan adelantada del piloto, o a ambas cosas. Sea como fuere, no es fácil encontrar la trazada ideal y, una vez elegida, mantener al mamut por la senda deseada. Indefenso y sin una meta clara, galopa el piloto encima del monstruoso.
Klaus Beutler respira hondo cuando el piloto aparece con su montura tras unas horas de excursión. «Sí, ya sé que la conducción es un poco alocada. ¡Hay que ver lo que hace cambiar la altura del sillín y la postura del piloto!», dice Beutler con una sonrisa. La moto la ha construido como si fuese una pieza de museo, para ser exhibida en salones y ferias dedicadas a la moto. Para robarles el protagonismo a las típicas Harley-Davidson «customizadas» hasta las cejas. Algo que, sin duda, ha logrado sin creces. En realidad no quería que su moto sirviese para rodar con ella. Pero a nosotros nos parece que ha valido la pena intentarlo.