Me parece (siempre me lo pareció) que en la exigencia del uso del casco hay cuestiones casi paradójicas.
Obliga al individuo a tomar una precaución que bien podría quedar librada a su elección; máxime cuando ese implemento le resta audición y visión periférica, cosas ambas que paralelamente a la protección de su cabeza, le aumentan los riesgos de conducción. Y ni que hablar del mayor daño que puede recibir un peatón, o ciclista, u otro motociclista, por el cabezazo de un marote encascado en el hipotético accidente. Los otros, sobre todo el peatón, estarían en inferioridad de condiciones, acaso discriminados, al someterlos a una amenaza mayor a la que naturalmente supone la circulación, en favor de una preferencial protección para la cabeza del motociclista.
Algo de similar (no igual) cuestionamiento, sería el caso del tripulante de un automóvil amarrado a su asiento incendiado, sumergido, etc.
Pero también es de considerar el perjuicio a los recursos colectivos, que causa la eventual mayor asistencia médica pública al accidentado no precavido, no?
Por éso digo que es medio entreverado el asunto.
Y hay otros casos relacionados con la responsabilidad/irresponsabilidad social, que son más palmarios pero no vienen al caso, como la tenencia irrestricta e irresponsable de perros que muerden a terceros en la vía pública, visto más en las pequeñas o medianas localidades y que demandan medicación y servicios de un hospital público y otras dependencias municipales. Pero no hablo más sobre éso, porque después me acusan de desvirtuar. A pesar de que yo hablo de los perros de Michigan, y que además no usan casco...