Este es el cigueñal de la Benelli 250 cuatro cilindros de competición del año 1965.
Cuando en el "reparto corsa" de la casa de Pesaro tuvieron que vérselas con el equilibrado de las fuerzas de inercia producidas por las masas giratorias agrupadas en el conjunto biela-manivela, se comenzó por aligerar cada uno de los 8 volantes, 2 a cada lado de cada biela. Visto que dicho proceso debía de llevarse a cabo en la zona próxima a la muñequilla, se comprobó que comprometía mucho la resistencia del acero en un area demasiado cercana a donde se encontraba el tornillo de fijación de la biela.
La siguiente opción no era otra que la colocación de contrapesos en los volantes, en la zona opuesta a la cabeza de la biela. Se prueba con el plomo. Demasiado dúctil, tanto que al calentarse salía despedido por la fuerza centrífuga. Se prueba el tungsteno, de peso específico más alto y por tanto necesario en menor cantidad. Demasiado duro. La elaboración de los contrapesos es costosísima debido al desgaste de las herramientas necesarias para la realización de las pastillas.
De vuelta a la tabla de pesos específicos, el Director Deportivo de Benelli, Innocenzo Nardi-Dei, comprobando que el peso específico del oro es similar al del tungsteno (19,3 frente a 19,1) y sabiendo que su elaboración era mucho más sencilla, decide hacerse con una buena cantidad a través de una joyería de Arezzo, y sin pensarlo mucho más, utilizarlo para el equilibrado de los cigüeñales de sus 250 de competición.
El Consejo de Administración de Benelli puso el grito en el cielo cuando se enteró que sus 250 de competición llevaban, nada menos, que ¡2 kilos de oro puro! en sus cárteres.
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