por Morocha el Vie Jul 26, 2013 4:41 pm
Desde hace un tiempo participo de esta Caravana del día del Niño. Hoy más que nunca puedo entender no solo lo que significa ese juguete, sino la importancia de la “presencia”. Es por eso que quiero compartir con ustedes esta pequeña y gran historia, la Historia de la Sala 31, Teresita y su Hada Madrina.
La Sala 31 es una sala de terapia intermedia del Hospital de Niños Sor María Ludovica de la ciudad de La Plata, cuyos pacientes son chiquitos de menos de 4 años y bebes con problemas neurológicos, frágiles, vulnerables y con alto riesgo de vida.
Todos los pacientes de esta sala están “conectados” de manera permanente, esto significa que tienen una narina que les permite respirar, una sonda gástrica que los alimenta y un saturometro que controla la frecuencia cardiaca.
No pueden levantarse ni jugar, no entienden de juguetes. A esto se les suma la tristeza de sus historias; de familias humildes, algunos abandonados y cuidados por el cuerpo de médicos, enfermeras y voluntarias, pero todos tienen en común luchar por sus pequeñas vidas.
Teresita, internada casi desde su nacimiento, hoy ya tiene un añito y medio y es la protagonista de esta historia de amor, de puro amor entre ella y su Hada Madrina. Un hada madrina real, que decidió ingresar al voluntariado con sus 22 años para entregar un poco de lo que tanto les hace falta, “Amor”. Así conoció a Tere, en su cunita, asumiendo el compromiso y la responsabilidad de una tarea dura y difícil, aprendiendo a cuidarla, bañarla, cambiarla, “aspirarla”, a controlar sus parámetros y a que no le falte nada.
El 24 de febrero pasado Tere cumplía un añito, su evolución era notable, ya pesaba 3Kg y medio!. Había que preparar su fiestita de cumpleaños, tortas para compartir con las enfermeras, regalitos, globos de Winnie Pooh..! Pero algo pasó ese 24 de febrero. Por alguna incomprensible razón Tere no pudo festejar ese día. Tere se descompensó, tuvo tres paros cardiacos. La alegría de esperar ese momento se transformo en un dolor intenso, desgarrador!
Ya en casa, tratando de escuchar los sonidos de una televisión que no escuchaba ni veía pero que trataba de acelerar el tiempo esperando que sonara el teléfono para escuchar lo que no quería escuchar. Fue en ese momento que escucho un sonido como un tiqui, tiqui, tiqui al que no le di importancia hasta que cada vez lo sentía mas cerca, giro la cabeza y veo a los dos globos de Winnie Pooh que había escondido en mi habitación junto con las demás sorpresas, caminando hacia mi con las chapitas de plásticos atadas en las puntas del hilo para que no se vuelen, mirándome como si quisieran decirme algo..
Las horas y los días siguientes fueron eternos pero Tere resistía!.
Dos semanas después, Tere dio señales de una leve mejoría, decidieron bajarle la sedación y Tere reacciono abriendo los ojitos! Fue un milagro que no puedo ni quiero explicar.
Hoy Tere sigue conectada y estable; tiene los ojitos negros mas lindos que nadie haya visto jamás y algo mas, SE RIE desde su cunita y mirando hacia el techo de la Sala como si viera o escuchara algo o a alguien. Será Dios? Serán los angelitos que ya partieron? Sera Winnie Pooh.?
No lo se, pero hoy sé que la presencia, el cariño, la dedicación cuando están presentes, cuando son sinceros, son más fuertes que cualquier otra cosa que exista en el universo.
Los bebes de la Sala 31 no saben de juguetes pero sienten, huelen, perciben el poder de un “mimo”.
Somos consientes que el riesgo continua, pero de aquel dolor desgarrador, hoy disfrutamos felices de esos bellos ojitos negros y de esa sonrisa.
Por todo esto, por Tere, por Made, por Isa, por Brandon, por Mela, por los que vendrán y por los que ya no están.
PRESENTE!
Pd: por último, el Hada Madrina existe, es real, tiene nombre, se llama Iara y con orgullo digo que es “mi hija”.
Cris