La vuelta de los volcanes
860 km de disfrute.Decidí llamarlo así porque viendo el mapa una y otra vez en búsqueda de planear una salida, me di cuenta que podía rodear esa zona dándole la vuelta completa. Los volcanes en cuestión son el Lanín (Arg.), el Quentrupillán (Chile) y el Villarrica (Chile), estos dos últimos se encuentran ubicados dentro del Parque Nacional Villarrica, mientras que el volcán Lanín esta dentro del Parque Nacional homónimo.
Se ubican alineados de noroeste a sudeste, el volcán Villarrica se encuentra en actividad, observando a menudo las fumarolas que desprende a través de su cráter abierto. El Quentrupillán se encuentra en el medio y no se ve fácilmente como los otros dos colosos.
Así es que, planeado el itinerario, distancias, días, lugares con combustible y puntos de interés que contenía la ruta salí, en un día diáfano, con rumbo a San Martin de Los Andes por el Paso Córdoba ya que era el camino más corto.
Tema publicado previamente: viewtopic.php?f=40&t=34537A partir de San Martín se debe recorrer el camino que lleva al lago Lolog, de dos manos, ancho y bastante transitado, a partir de ahí el camino se hace prácticamente de una huella y el paisaje un poco mas agreste y árido, una zona de interfaz entre los bosques y la estepa.
Distante a unos 30 km hay un desvío a la derecha que lleva a Junín de Los Andes, pero el que debía tomar era a la izquierda y en el que, a unos 5 km mas encontramos con el puesto de Gendarmería.
El hombre salió de la casa, al ver que me detenía, de todas maneras la detención es obligatoria ante la presencia de un cartel de "PARE" y una barrera hecha con un palo pintado con bandas blancas y rojas que atraviesa el camino.
No supe distinguir si mi presencia ahí le aportaba algún entretenimiento a su tarde o interrumpía alguna actividad que pudiera estar haciendo en su casa-destacamento, pero con tranquilidad y buen trato me interroga acerca de mi destino. Al comentarle que iba a pasar a Chile me advirtió que el me hacia todos los papeles correspondientes a migraciones y aduana pero que sabía que del lado chileno, los carabineros no estaban donde debían estar, o sea en su puesto fronterizo.
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¿y entonces que hago?
-Yo le lleno los papeles pero es su responsabilidad encontrar en el primer pueblo chileno, un puesto de carabineros y hacerlos sellar para tener la entrada al país, sino va a tener problemas al salir.
- ¡Por supuesto!, quédese tranquilo, si eso es todo, lo que menos quiero yo es tener problemas.Así fue que me llenó los papeles, los guardé muy bien en la campera y partí.
El camino continuó mas o menos igual, pero a unos 20 km mas adelante, cambió, se fue metiendo dentro del bosque , curva a la izquierda, curva a la derecha, subida, bajada, muy húmedo, un poco de barro, zonas claras donde penetraba el sol y otras tan oscuras que molestaba el andar con anteojos para sol, pero muy entretenido, por momentos salía del bosque y subía a unos balcones donde la vista era magnífica.
Luego pase por un bosque donde sus hojas eran nuevas, la luz muy cálida y la sensación de estar ahí, maravillosa.
El Escorial me sorprendió al salir del bosque, sabía que estaba cerca, pero de pronto estuve encima.
Se estima que hace mas de 400 años el volcán Achen Niyeu hizo erupción generando un rio de lava que corrió por el valle hasta alcanzar el lago Epulafquen, imagino que liquidando todo tipo de vida su paso, al enfriarse dejó esta huella negra de su recorrido, donde a pesar de esas condiciones algún que otro arbolito a logrado prosperar en semejante suelo, abriéndose paso con sus raíces a través del suelo de piedra pómez.
Lo ultimo que se pasa es el puesto de guarda parques para luego comenzar una subida en zig zag de un sola mano, bastante empinada y con mucha piedra, usando los cambios mas bajos de mi moto llego al paso fronterizo.
Bienvenidos a Chile, dice el enorme cartel, pero un tronco atravesado corta el camino. Si llegué hasta ahí, no me voy a volver!, además se supone que el paso está habilitado así es que, rodeando el tronco continúo mi camino.
Mas adelante me encuentro con dos hombres en un camioncito sacando leña, me advierten que los próximos 4 km eran de piedra suelta y que efectivamente no iba a ver a nadie en el puesto fronterizo.
Nooo!! después de haber andado todo el día me toca esto?, efectivamente al camino lo estaban rellenado y mejorando, pero hasta que terminaran ese tramo fue como andar por el lecho seco de un rio y con bajadas empinadas donde no me podía confiar en ir medianamente rápido. Pasado ese tramo, estaba impecable, ya mas relajado, comencé a transitar por un valle muy angosto donde se podía ver un rio a la izquierda mas abajo y los pequeños fundos (serían como chacras para nosotros) se sucedían unos tras otros, donde es factor común el ver en los predios todo tipo de animales de granja, cerdos, gallinas, ovejas, gansos que se pasean y alimentan en los patios sin estar necesariamente en un corral.
El intenso verde del paisaje chileno comenzaba gratamente a golpear mis sentidos.
Los vientos húmedos del Océano Pacífico al chocar con la cordillera descargan su agua en gran medida del lado chileno haciendo que pasen las nubes mas descargadas hacia el lado argentino, haciendo mas próspera la flora.
Frecuentemente encuentro carteles indicando baños termales en el lugar, y es que la "gran caldera" esta encendida, haciendo que fluyan aguas calientes con diversas propiedades terapéuticas debido a los minerales que contienen. Chile esta incluida en el cinturón de fuego del Pacífico con alrededor de 80 volcánes considerados activos.
Por fin llego al primer pueblo, Liquiñe. Es la tardecita, la quietud y tranquilidad del lugar es cautivante, ya se siente el olor y se ve el humo de las cocinas a leña que poco a poco se van encendiendo y que debido a la falta de viento permanece flotando sobre el pueblito cubriéndolo como un manto, no poseen gas natural por lo que la leña es el principal combustible para cocinar y calefaccionarse.
Desde la entrada hasta la salida del pueblo, un asfalto impecable lo recorre como su columna vertebral, a los lados se observan las casitas bajas de madera, propias de la identidad chilena.
Me detengo frente al puesto de carabineros, en mitad del pueblo, mientras me quito el casco una parejita pasa pololeando (noviando) a mi lado. Entro al edificio de madera y me reciben dos carabineros, miran un partido de futbol de la liga nacional, en mi presencia cruzan un par de bromas entre ellos acerca de los equipos, como si yo fuera a desempatar las opiniones, evidentemente eran hinchas de los diferentes equipos.
Amablemente me invitan a sentarme, creo que mi presencia rompía un poco la monotonía de su tarde.
-
Les puedo pedir un vaso de agua?, hace calor y tengo sed.-
Al tiro pó!, y uno de ellos se levantó y me trajo un gran vaso de agua fresca, para luego sentarse y comenzar con el sellado y firma de los papeles.
Luego de conversar un rato, de donde viene?, como estaba el paso?, para donde va?, a la vez que los interrogo acerca de los puntos termales y me dicen que les parece que hay alrededor de 14 termas en la zona.
Al terminar el pueblo se termina el asfalto. Después de 25 km llego a Coñaripe, otro pequeño pueblo, en donde averiguo para hacer noche pero me recomiendan que siga hasta Lican Ray, que hay mas hospedajes.
Acá comenzaba el asfalto y los 21 km que nos separaban serían más relajados. A mi izquierda comenzaba a tener presencia el lago Calafquen. Las ultimas luces de la tarde pintaban de dorado los reflejos.
Lo venía observando cada vez que podía, a mi derecha majestuosa la ladera sur del volcán Villarrica, me detuve a un costado, paré la moto y me puse en la tarea de capturar una foto de una de sus fumarolas, su actividad hace que periódicamente lance sus suspiros al aire, mientras se desahogue de esta manera toda la comarca seguirá su ritmo habitual de vida.
El hombre caminaba mansamente al ritmo de los bueyes, resultaba un contraste muy grande el observar una ruta impecable y un carro como salido de un libro de historia, pero su vigencia no se ha perdido en la cotidianeidad de la humilde vida de estas personas.
No me aguanto y me detengo un poco mas adelante, dejo que el me alcance y me pongo a charlar. Los bueyes los usan en tareas rurales para mover cargas pesadas, leña, cosechas, de hecho iba cargado con varias bolsas de semillas de papa. Me comenta que en Argentina hay bueyes mas grandes, y le digo que si, a pesar de mi poca experiencia en el tema he visto en el sur bueyes mas corpulentos que usan para bajar troncos de las montañas.
Me despido y decido llegar rápido a Lican Ray, ya era tarde y debía conseguir alojamiento, pero … como realizar un viaje y no aprovechar cada cosa que despierte interés en mí?
Puedo parecer un solitario y no pretendo ser egoísta, me gusta disponer de mi tiempo y administrarlo a mi gusto, aprovechando cada cosa, si bien al final hay una meta lo interesante es el camino en si, las mil variantes que ofrece, es una de las razones por las que prefiero viajar solo, no me gusta condicionar a otra persona a mis ritmos de viaje.
Al llegar lo primero es detenerme a cargar nafta y aprovechar a consultar por hospedaje, se hizo la noche y deambulaba de un lado para el otro, donde me mandaran, siempre sin éxito, al no ser temporada de vacaciones el pequeño pueblo no ofrece demasiado, en un lugar no me atendían, otro estaba lleno, otro en remodelación, y yo a los tumbos de noche y por un pueblo desconocido, entré a un pequeño supermercado casi en la hora de cierre a comprar algo para comer y hablando con la cajera me paso un dato.
La señora Patricia me abrió la puerta de su cabaña en alquiler, una ducha deliciosa, comer algo, una cerveza fresca y una cama confortable fue lo mejor del final de la jornada.
Después de un día de moto, 326 km de los cuales 213 km fueron ripio de todo tipo; nunca antes había sentido dolor en la mano izquierda, después me di cuenta que era producto de la cantidad de veces que tuve que apretar el embrague.
Me desperté temprano, antes que sonara el despertador, quizás producto de la ansiedad que provoca el estar viajando y esas ganas de seguir descubriendo.
Lo primero fue lubricar la cadena de la moto, verificar el aceite, las gomas bien infladas eran indicio de que estaban bien y ahí me dispuse a desayunar algo mientras juntaba mis cosas.
- Pucón es una ciudad muy bonita, que lo disfrute, que Dios lo acompañe y diviértase! - me dijo la señora Patricia a la vez que levantaba la mano para saludarme.
No me iba a ir del pueblo sin antes dar unas vueltas para conocerlo, ahora de día y descansado mi visión era otra, pude observar que playas, calles, patios, todo es arena volcánica.
Mi próximo destino fue la ciudad de Villarrica, bastante grande y a orillas del lago homónimo. La ruta se mostraba entretenida, cruzando un paisaje ondulado y muy verde, se repetían las imágenes de los fundos en todo el recorrido y una espléndida vista del volcán quedaba a mi derecha.
Por la dirección en que venía entré por detrás de la ciudad, se terminó la zona rural y desemboque en una calle en pendiente hacia el lago. Las casas típicas acompañaban el recorrido.
Al llegar a la parte baja se observa una costanera muy prolija y ordenada, era domingo y el transito escaso, una bici senda bien marcada corre paralela a la avenida bordeando el lago.
Desde acá también se puede ver el volcán.
Continué hacia mi otro destino, Pucón, distante unos 25 km por una ruta muy linda. La explosión de colores debido a la época no requiere palabras, los rododendros y azaleas están en su plenitud floral, es inevitable mirar esas paletas de colores que atraen la atención a cada momento.
Al llegar a Pucón lo primero fue buscar alojamiento, un modesto hospedaje, pero muy céntrico, buen precio, limpio, con lugar para guardar la moto, internet, y doña Irma, su dueña, junto a su hijo unas personas muy cordiales que hicieron que me sintiera muy cómodo.
Pucón presenta una imagen muy propia de las ciudades turísticas que tienen afluencia extranjera, se ven y escuchan personas de todo el mundo caminando, mezcladas con la población local, sus calles asfaltadas, sus casas típicas, sus veredas, la calle principal donde se agolpan los locales comerciales, casas de cambio, agencias de turismo que ofrecen vivir la aventura de tu vida, su importante y gran plaza llena de juegos para niños, con arboles inmensos, todo confluye a esa armonía de limpieza, orden y prolijidad que espera disfrutar cualquier turista cuando visita un lugar así.
La orilla del lago Villarrica presenta una extensa playa de arena volcánica.
Después de almorzar algo en una mesa al aire libre y conversar con un alemán que estaba en la mesa de al lado, salí a unos de mis destinos que me había pre fijado al preparar el viaje, subir al volcán Villarrica.
Partiendo que Pucón se encuentra a no más de 300 m.s.n.m., después de unos 10 km de asfalto y otros 8 km de ripio, todo en constante subida, se accede a su centro de esquí a unos 1400 m.s.n.m.; su cumbre alberga un cráter de 200 m de diámetro a 2800 m.s.n.m., para acceder se puede contratar una excursión que, caminando a partir de aquí, al cabo de 3-4 hs se llega a la cumbre, hasta la boca misma.
Para mí fue suficiente la hermosa y panorámica vista desde el centro de esquí, se ven varios lagos, pueblos y a la distancia el volcán Llaima.
Bajando nuevamente a Pucón y tomando en dirección noreste, aproximadamente a 18 km visité otros de los objetivos auto impuesto, "Los Ojos del Caburgua", un lugar paradisíaco propio de una película. Se trata de una depresión de unos 30-40 m de diámetro donde confluyen varias cascadas de un agua fresca y transparente, lo especial del lugar es que el agua no proviene de un rio, sino que fluye de la tierra misma en varios sectores con suficiente caudal como para formar estas hermosas cascadas, el agua viene en forma subterránea desde el lago Caburgua distante a 7 km.
Al atardecer y después de una buena ducha, despojado de la ropa de moto, ahora jean y zapatillas para disfrutar de una caminata por las callecitas de la ciudad y percibir los detalles a otro ritmo. Cenar unas chuletas de cerdo en una mesa al aire libre después de un día agitado le hace bien al espíritu.
El día siguiente amaneció soleado y con un poco de viento "puelche", así lo llaman cuando proviene del este, de la cordillera, aunque en invierno es muy frio, en verano es sumamente cálido obligándome, siendo aún temprano, a quitarme abrigo.
Así, con una mañana espléndida, salgo rumbo al camino internacional. Sigo deleitándome de ese verde intenso de los paisajes del sur de Chile.
Los aromas de los eucaliptus y retamas en flor que flanquean la ruta invaden el casco, es delicioso conducir así.
A medida que me alejo, cada tanto puedo ver el volcán que lentamente se achica en los espejos.
El pequeño pueblo de Curarrehue es el ultimo antes de la frontera, delineado a lo largo del camino. Al pasar voy observando la gente yendo y viniendo, sumida en sus actividades que marca la vida cotidiana.
La pequeña capilla recubierta de tejuelas de madera se alza en una ubicación central del pueblo, las voces en su interior denotan alguna actividad religiosa.
La mansedumbre que transmite el lugar se observa en los campos donde pacen los animales.
El cartel anuncia lluvia de meteoritos… pero más bien interpreto que es una zona donde puede haber desmoronamientos.
A la vuelta de una curva me sorprende una hermosa imagen del volcán Lanín, el gigante se asoma por encima de las montañas anunciando que la frontera está cerca.
Una enorme araucaria anuncia la presencia del puesto fronterizo chileno. Ya hace unos 15 km que vengo sufriendo la calamina. Término que en Chile se usa para definir al camino con serrucho como lo conocemos nosotros.
Ahora sí, ya estamos del lado argentino.
El paisaje se hace un poco mas árido y es más frecuente ver la presencia de bosquecitos de araucarias atravesados por el camino.
El pehuén o araucaria da frutos llamados piñones que han sido una fuente de alimento importante, principalmente a los aborígenes que habitaban esas tierras, hoy en día se comercializan esos frutos que, aunque su forma es muy distinta, al comerlos se siente la contextura similar al de una castaña.
El enorme placer que provoca el volver sin problemas, habiendo disfrutado con todos los sentidos cada km recorrido es lo que estimula a buscar una siguiente pequeña/gran aventura.
El planeta tierra es tan hermoso y contiene tantos lugares maravillosos que resulta in entendible como la ambición desmedida del ser humano tiende a destruirlo todo.
En los pequeños pueblos se puede ver como la gente vive en comunión armónica con la naturaleza y sus recursos.
Gracias Dios por permitirme gozar de todo esto!