Viaje a Colombia mayo 2014

Información de viajeros para viajeros.. Que tengo que llevar? por donde me conviene ir? Consultas... experiencias... planificaciones... relatos... encuentros...historias... Aquí empieza y termina el viaje!



Re: Viaje a Colombia mayo 2014

Notapor natoch el Jue Oct 09, 2014 9:17 pm desde Posadas, Misiones, Argentina

Ahí "tené", "oreja".

Antes que termine de escurrir el celuloide, y sin que nadie abra el pico. :mrgreen: ::di
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Re: Viaje a Colombia mayo 2014

Notapor DUMBO el Jue Oct 09, 2014 9:20 pm desde Rauch, Buenos Aires, Argentina

Ésas nomá...?
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Re: Viaje a Colombia mayo 2014

Notapor DUMBO el Jue Oct 09, 2014 9:21 pm desde Rauch, Buenos Aires, Argentina

natoch escribió:Ahí "tené", "oreja".


Anoche me decías "trompita"... :(
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Re: Viaje a Colombia mayo 2014

Notapor natoch el Jue Oct 09, 2014 9:26 pm desde Posadas, Misiones, Argentina

DUMBO escribió:
natoch escribió:Ahí "tené", "oreja".


Anoche me decías "trompita"... :(


Es que anoche movías la colita. :mrgreen:
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Re: Viaje a Colombia mayo 2014

Notapor natoch el Vie Oct 10, 2014 6:53 am desde Posadas, Misiones, Argentina

Segundo escribió:9 de octubre
...
Bueno, el asunto tiene algunas contraindicaciones también, a que negarlo. El arreglo puede quedar mal y hasta es posible que la operación defeccione a mitad de camino y haya que llamar de urgencia a “uno que sabe”. Puede ocurrir io de la nada y lo invitó a quedarse en su tienda a pasar la noche. El relato era vivido y atrapante. Se comunicaban por señas, y gracias a sus ganas de entender supo que una vez por día pasaba un camión por ese camino solitario de arena. Al otro día, al amanecer, el camión lo recogió y lo llevo más de 100 kilómetros hasta un lugar donde pudo comprar combustible. Volvió, repostó la moto y pudo regresar...


Che, acá falta un párrafo, no?.

Ya casi-casi estás en el país!. No estás ansioso?. Yo cada vez que salgo del país tengo esa ansiedad permanente por volver (definitivamente debo ser medio pelotudo ::c64 ).
natoch
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Re: Viaje a Colombia mayo 2014

Notapor Segundo el Vie Oct 10, 2014 11:30 am desde Laboulaye, Cordoba, Argentina

Efectivamente, algo pasó cuando postié ayer- Aqui va la versión completa:

9 de octubre
Para aquellos que no son expertos en mecánica, una sesión de arreglos de la moto puede llegar a acercarse al éxtasis. Esto es algo a lo que un mecánico profesional ya no puede acceder, porque la inocencia tiene una fuerza que se pierde en la maestría.
Lo sé por experiencia propia. Cuando llevaba a alguno de mis amigos a hacer una recorrida a caballo por el campo, haciéndolos participar de las tareas habituales del peón rural, como recorrer el rodeo, cambiarlo de lote, o hacer alguna vacunada, ellos estaban en estado de maravilla, porque era la primera vez que lo hacían, yo no.
La falta de experiencia tiene una emoción que se pierde conforme vamos haciéndonos buenos en cualquier área. Es la emoción del descubrimiento, y la sorpresa. Es el primer viaje, el primer beso, la primera desnudez.
Por eso, parado ahora frente a la moto, con las herramientas desplegadas en el piso como si fuese un cirujano, siento la excitación del misterio, y me regocijo porque voy a meter mano en un lugar prohibido: la Sagrada Mecánica de Motocicletas. Soy como un profanador de religiones, un huaquero, un intrépido que se mete sin invitación en una fiesta.
Pobre del experto que no recuerde lo que siente un aficionado. Esos temblores, esa cara de asombro, esa torpeza en cada movimiento, les puedo asegurar, no tienen precio.
Bueno, el asunto tiene algunas contraindicaciones también, a que negarlo. El arreglo puede quedar mal y hasta es posible que la operación defeccione a mitad de camino y haya que llamar de urgencia a “uno que sabe”. Puede ocurrir que la cosa más simple nos lleve horas, que perdamos la paciencia, que rompamos una pieza insustituible, que nos lesionemos o renunciemos a este noble oficio de por vida, a fuerza de frustraciones.
Hay riesgos, lo admito.
Por eso lo mejor es empezar por cosas simples, de esas que un perezoso siempre delega, como estirar la cadena, cambiar el aceite o las bujías, limpiar el filtro de aire, o quedarse atónito ante la endiablada simpleza de un carburador desarmado.
El tiempo no importa.
Cuando finalmente terminamos habrá un orgullo desmesurado –e injustificado- que nos hará sentir gigantes. Por oscuros pasadizos interiores corren ríos de endorfinas y ese placer no distingue la talla de la labor realizada. El aficionado a la mecánica, si puede reparar cualquier cosa, se siente más feliz que un ingeniero de Ferrari.
Ya lo dijo alguien, alguna vez, en algún lado: el corazón tiene razones que la Razón ignora.
Pero retrocedamos un poco en el tiempo, al momento en que acababa de llegar a Cochabamba, ayer, y había dejado mi moto dentro del hotel (con las otras motos clásicas de los Chakanes) y todas mis cosas en el cuarto.
Salí a recorrer un poco la ciudad, absorbiendo la energía que me dan los sitios de poder. No quiero sonar como si tuviera un ataque de nueva era: son simplemente aquellos lugares donde uno ha sido feliz, por ejemplo el puesto de comidas rápidas de Héctor (el más veloz del mundo) o el viejo cine Astor que tiene unas escaleras donde la gente se sienta a comer, mi café favorito, la recova, la plaza. Me sentí más fuerte, y más completo, después de recorrer esos sitios. Esta magia parcial, tan antigua, funciona como un reloj atómico, no hay manera que falle.
Uno vuelve a esos sitios y, al contemplar el mundo, ocurre un inevitable autoexamen interior. ¿Qué ha cambiado desde la última vez en que estuvimos aquí? Se abre así una perspectiva ventajosa, una manera más que útil de saber quiénes somos hoy por la imagen en contraste que da el ayer.
Me veo aquí sentado, hace varios meses, con un montón de ilusiones y miedos, expectante, semi-virginal y nuevo. No es que haya perdido del todo esa sensación pero algo de conocimiento, experiencia en la ruta e historias me hacen ver un poco más veterano, más calmo, un poco transformado.
Luego de este ajuste Los Chakanes me recibieron como me esperaba, haciéndome sentir un hermano. Me invitaron a su comida de los miércoles y pude contarles algunas historias, que los hicieron reír, o los asombraron. Había algo de nostalgia en sus ojos, también. A pesar de sus grandes motos, de sus camperas y sus parches, rara vez viajan. Mis relatos les recordaron, creo, que tienen una cita pendiente con sus destinos, y que no hay leyenda que se sostenga sin apostar los cojones por alguna causa épica, o un camino con corazón.
Estuve con ellos hasta muy tarde. Jaime, el dueño del hotel y fundador del grupo, hizo un brindis por el compañero que volvía (o sea yo) y la cosa tuvo ribetes inolvidables. Luego el cansancio, y el vino que me convidaron, pudieron más que las ganas de confraternizar y me tuve que batir en retirada.
Me desperté como lo haría una momia después de mil años, y me puse a trabajar con la moto preparando a la Peregrina para el último tramo que se llamará “Vuelvo al sur, como se vuelve siempre al amor” En orden a eso he diseñado un plan. Se trata de llegar a Santa Cruz por un camino que no hice nunca, la carretera antigua, hoy mayormente en desuso y reemplazada por “el sillar”. El sillar es un camino bellísimo, que ya he hecho un par de veces. Sin embargo la oportunidad de ir por un lugar desconocido me puede.
De camino hay un sitio que se llama Samaipata. Allí vive un arquitecto cordobés que conocí hace un par de años en Santa Cruz de la sierra, haciendo un curso de Permacultura. Daniel estaba enseñando una técnica de construcción inventada por un iraní que solo usa bolsas de tierra compactada, llamada superadobe. En un alto durante el almuerzo nos pusimos a hablar de nuestra pasión común, las dos ruedas. El tipo había vivido varios años en España y hecho varios viajes en moto, uno de ellos a África.
Me contó cómo llegó a perderse en medio del desierto porque los carteles estaban en árabe. Erró el camino y se quedó sin gasolina. Un beduino lo rescato en medio de la nada y lo invitó a quedarse en su tienda a pasar la noche. El relato era vivido y atrapante. Se comunicaban por señas, y gracias a sus ganas de entender supo que una vez por día pasaba un camión por ese camino solitario de arena. Al otro día, al amanecer, el camión lo recogió y lo llevo más de 100 kilómetros hasta un lugar donde pudo comprar combustible. Volvió, repostó la moto y pudo regresar.
Me pregunto cuántos de nosotros tememos quedarnos varados en una ruta sudamericana. Eso no es nada comparado con quedarse en medio de un desierto, en áfrica. Sin embargo siempre aparece alguien para ayudar al viajero, no importa donde sea, ni bajo qué circunstancias.
Uno debe aprender a confiar en que hay una fuerza misteriosa que protege al que sale a los caminos. A esta fuerza invisible yo la llamo “La virgen de las gasolineras” No tiene más santuario que un surtidor solitario pero, aunque no lo sepamos, todos los motoviajeros somos devotos de ella.
Después de mi sesión de mecánica he vuelto al café Paris, que es como un minarete desde el que se puede ver la ciudad. Me gustaría que en Paris hubiese un café que se llamase Cochabamba (es poco probable, pero no imposible) y allí, sentado, un parroquiano con el cual chatear por internet. Esto, seguramente, haría un loop metafísico que nos arrojaría a una dimensión paralela. Al gran arquitecto tal vez le encanten estas cosas.
Veo dos niños trabajando en la calle, en una esquina. No deben tener más de 5 años. Cuando el tráfico se detiene por el semáforo atacan a los autos con gracia y desapego, como aquel que ya ha hecho una cosa mil veces y demuestra maestría. Los observo largo rato. Cuando recaudan algunas monedas van y se compran una botella de fantanaranja y la beben sonrientes, mientras conversan de cosas que no alcanzo a escuchar.
Mientras esperan que el trafico vuelva a detenerse cuentan sus monedas, u observan el mundo con simpleza, como si fuera un juego. No me compadezco de ellos, a pesar de que no deberían estar allí los veo como guerreros dorados que brillan en medio del metal y las bocinas de la tarde.
Me paso el resto de la jornada vagabundeando. Hace calor y es una delicia después de tantos días de frío. Juego a perderme y a encontrarme, me quedo colgado en un puesto de libros, como en el mercado, me meto en los patios, compro un mapa de Bolivia que es prácticamente incomprensible y, muy probablemente, inexacto.
Un día como cualquiera, en una ciudad lejana, a comienzos de primavera.
Como bien anoté en mi anterior visita aquí no se ven perros en la calle, ni en ningún otro sitio. Ese misterio ha sido resuelto: se han convertido todos en perros-banquina. Ahora falta resolver que hacen ahí. Alguien me dijo que esperan pacientemente a que la gente les dé de comer, y es una explicación plausible. Pero yo no vi a nadie haciendo eso, y tampoco aclara porque están tan bien distribuidos, y tan correcta y pacientemente sentados, siempre solos.
Habrá que seguir investigando. Algún día, cuando menos me lo espere, leyendo el relato de otro viajero, alguien dará con la respuesta. Por el momento reina el más absoluto desconcierto.
Hay una cosa de la cual si estoy completamente seguro: estoy volviendo al sur, lenta e inexorablemente. No me apena ni me exaspera. Una vez que uno acepta su destino todo tiende a fluir con alegría.
Espero, eso sí, que este retorno tenga, hasta el último kilómetro, la marca indeleble de los Grandes Viajes.
Segundo
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Re: Viaje a Colombia mayo 2014

Notapor okchelo el Vie Oct 10, 2014 2:32 pm desde La Matanza, Buenos Aires, Argentina

"Me desperté como lo haría una momia después de mil años"

Jjjjja muy bueno, inmejorable!!!
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Re: Viaje a Colombia mayo 2014

Notapor VictorL el Vie Oct 10, 2014 6:25 pm desde Capital, Cordoba, Argentina

Permacultura :shock: :shock:

Sigo sin dejar de asombrarme del Segundo polifacético.

Ahora si que no te veo de traje en un juzgado litigando en un juicio.

Decime que si y hago plop para atrás como Condorito. :lol:
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Re: Viaje a Colombia mayo 2014

Notapor Segundo el Sab Oct 11, 2014 7:49 pm desde Laboulaye, Cordoba, Argentina

10 de octubre

Se está terminando mi último día en Cocha y para festejarlo decido ir a ver una peli al viejo Astor de la calle Sucre. Dan una de secuestro-en-el-avión-con-héroe-que-salva-a-todos. No es mi argumento favorito pero en el otro cine que queda cerca, por lo que me enteré en el diario, la peli se llama algo así como Los indestructibles 3. Mi religión no me permite ver películas que tengan un 3 en el título, por razones obvias.
Es jueves, día de estrenos. No hay nadie en el hall del cine. Faltan cinco minutos para la peli así es que me cruzo la calle y me como unas salchipapas en lo de Héctor. Al volver escucho que la función ha comenzado. Nadie en la entrada para recibirme el ticket.
Deja vu. Me hizo acordar al hotel autogestivo de Montañita.
Adentro, la sorpresa. Un cine enorme, con pantalla como las de antes, con cientos de butacas, y pasillos. Un cine como ya no existen.
Y nadie.
Ni un espectador, la sensación es la de entrar en un templo perdido, tipo Indiana Jones.
Al principio me doy vuelta cada tanto, porque no lo puedo creer, pero la película termina absorbiéndome, y el tiempo desaparece. Cuando salgo a la calle me doy cuenta que ha sido una función privada. El acomodador ya ha apagado las luces del hall y espera, impaciente, que me vaya. ¿Qué hubiese pasado si no entraba? Me hace acordar a esa pregunta metafísica ¿si un pájaro canta en el bosque, pero no hay nadie para escucharlo, hace algún sonido?
La mañana me levanta de una patada en el culo.
Chequeo mis mensajes en internet y descubro que Daniel, el arquitecto a quien quería visitar se encuentra en Córdoba. Será otra vuelta, abrazos. Hay otro mensaje, de una amiga de Cochabamba que me pasa la dirección de un laboratorio digital donde, desde hace 5 años, está el master de una película de artes marciales que hicimos con mi amigo Ariel Sicorsky.
La historia es larga, pero merece un desvío en el camino.
Cuando hicimos esta película la copia original estaba en mini HD, un formato que ya no debe existir (ni siquiera sé si es el nombre correcto). Se trata de pequeños casettes donde se grababa el video. Aprovechando que esta amiga pasaba por Bs As y que se dedica a las artes audiovisuales le di la película, para que la digitalizara.
Por una cosa o por otra, pasaron años y no me pude juntar con la película. Ella la había dejado en el laboratorio pero nunca la había ido a buscar. El mensaje que recibí en la mañana me informaba la dirección del lugar. Quedaba muy poco tiempo antes de mi partida.
Mientras caminaba hacia allí iba pensando en las casualidades que se entramaban con todo el asunto. Había participado un actor profesional, “El Oso” que fue el protagonista de una película muy hermosa de Trapero –creo- llamada “Bolivia”. Era en blanco y negro, y parecía un documental, muy fresca, muy hermosa. Ahora el actor de “Bolivia” estaba en Bolivia, adentro de una cinta.
Recuerdo que también habíamos conseguido una steady cam, que es un aparato donde se monta la cámara y permite que quien filma se mueva a gran velocidad mientras se hace la toma, y no haya oscilaciones (el primero en usarlas fue Stanley Kubric en la película “El resplandor”)
Teníamos, además, una técnica de sonido, una vestuarista, un escenógrafo y una continuista, además de una actriz que hacía de “la chica” Ariel y yo éramos los protagonistas principales (como no podía ser de otra manera ya que el guion era mío) Todo el equipo técnico lo había conseguido la que entonces era mi mujer, que trabajaba en Polka e hicieron todo el laburo sin cobrar un peso.
Siempre había querido hacer una película, era uno de esos sueños locos. El material tenía que ser editado y hacerlo con los mini HD era complicado, así que en un acto irracional lo mande a Cochabamba sin sacar copias.
Ahora estaba a punto de recuperarlo, o perderlo para siempre.
Llegué a la cuadra que me indicaban las coordenadas pero no encontré ningún laboratorio. Preguntando a la gente me entere que ya no existía más, y me señalaron el sitio donde había estado. Ahora había una casa de ropa y zapatillas. Me metí igual, sonaban “Los Chalchaleros” de música de fondo, lo que ya era una cosa bizarra.
Pregunté y me confirmaron que el laboratorio había pasado a la historia, y que ahora se dedicaban a la ropa. La señora era muy simpática, y me explicó que quizás, entre las cosas que habían quedado, estuviese lo que yo buscaba.
-Fíjate allí, le dijo a la empleada, que empezó a rebuscar adentro de unas bolsas.
Allí estaban las cintas, intactas, y con el trabajo de digitalización hecho.

Volví al hotel, más contento que si me hubiesen regalado una Harley. Tenía muy poco tiempo para prepararme, y así lo hice. Había, como es habitual, varias versiones acerca del camino que pensaba tomar. Todos estaban de acuerdo en que los primeros 130 Km eran de asfalto (hasta Epizana) luego las versiones diferían. Para alguno era todo asfalto, para otro seguían 50 km de ripio, un tercero me aseguro que eran más de 170 km de ripio infernal. El mapa que compre me marcaba una ruta principal, en perfecto estado. Sobre la distancia tampoco había acuerdo, desde 500 km hasta 245 (que es lo que me marcaba el GPS que prendí para consultar ese dato y volví a ocultar en el fondo de una alforja)
La distancia real posiblemente anduviese en los 400 km. El tema era el ripio. Tenía que salir cuanto antes. De lo que si estaba seguro es que había una zona, más o menos a medio camino, que se llama “La Siberia” No quise preguntar porque.
Tenía algo más por averiguar. Había escuchado que el domingo está prohibido circular, por las elecciones. Vi un policía joven en la calle y le pregunté si era cierto.
-Así es, me dijo, no se puede uno trasladar en “movilidades”. A pie o en bicicleta, sí.
-Pero yo soy extranjero, voy en moto.
-¿Cuándo sales?
-Ahora mismo.
-No, no te puedes ir, me dijo, debes quedarte hasta el 24 de octubre.
-¿Por qué, inquirí, totalmente confundido (las elecciones son el 12)
-Porque el 24 viene a tocar “Hate” el mejor grupo de Havy Metal de Bolivia!
El poli me sonrió, cómplice. Faltaba que hicieras los cuernitos y sacudiera la cabeza.
Volví al hotel medio tildado, todo se estaba volviendo muy extraño. Antes de salir pregunté a los señores del garaje que queda al lado si acaso había probabilidades de lluvia.
Se rieron, como si hubiese hecho un chiste buenísimo.
-Aquí nunca llueve en esta época, es temporada seca, me aleccionaron.
Yo había visto el cielo negro la tarde anterior. Y ahora hacía mucho calor, y estaba pesado. Además vengo comiéndome una tormenta tras otra, en temporada “seca”. En fin...
Apenas me había alejado de la ciudad cuando vi que esa nube negra estaba de nuevo allí, justo enfrente de mí. Ya no hay más ciegos, por ningún lado, han sido reemplazados por la lluvia, la tengo alquilada. Avancé sin embargo y me cayó encima en compañía de mi nuevo amiguito, el granizo.
El cielo arriba era como una frazada gris oscura, con algunos rayos, pero se veía que hacia adelante las nubes estaban más blancas. Paré para abrigarme; el granizo era diminuto, y escaso, pero llovía fuerte. Decidí meterle para adelante, como de costumbre. Odio retroceder, es una fobia que tengo. A los 30 kilómetros el agua paró y salió el sol. Me clavé 100 km más, por bonitos paisajes, hasta llegar a Epizana, un pueblito perdido en medio de la nada, donde comí y fui estafado por la posadera.
El ripio empezó enseguida, un camino horrible para manejar. Muchísimas piedras sueltas hacen que la Peregrina baile continuamente, y los neumáticos demasiado lisos le quitan tracción, por momentos parece que fuera patinando sobre hielo. No se puede ir a más de 40 km por hora, en las curvas no dobla, y hay que cuidarse de las bajadas, y de los camiones que pasan en sentido contrario levantando una nube de polvo que no te deja ver el piso.
Desde ya les aviso, no vengan por este camino, a menos que traigan neumáticos de cross y muchísima paciencia. Esto es off road on the road, molesto, difícil, peligroso y, sobretodo, lento. Hay pueblitos cada tanto pero ningún lugar para cargar gasolina (el único en Epizana, donde llene el tanque por precaución) El paisaje es muy bello, pero apenas lo podes ver, hay que ir muy concentrado para no caerse. Eso es lo único bueno, cualquier cosa que me obligue a enfocarme, sirve.
Paro a descansar un minuto en un caserío. Hay un grupo de hombres junto al camino, me les acerco y les pregunto cuanto falta para llegar a algún lado. Me miran sin responder. Finalmente uno me dice “Camisaraki” (¿Cómo estás? En quechua)
-Waikiki (todo bien) le respondo.
Se matan de risa y se me acercan todos. Parece que hubiese dado con la palabra que abría la cueva de Ali Babá, ahora hablan hasta por los codos. Quieren saber adónde voy. A Samaipata, respondo.
-No vas a llegar, me aclaran.
Probablemente tengan razón, hablamos un poco más y sigo camino.
Después de unos 100 km de ripio me encuentro cansado, y estoy por llegar a “La Siberia” O sea, el camino va a subir, se va a llenar de niebla, lluvias, y la tarde se está acabando. Hora de parar, pero ¿dónde? Consulto el mapa, muy cerca me marca un pueblo llamado Pojo. Que nombre raro, por dios. En una de las curvas lo diviso, allá abajo, junto al rio. Poco después un desvió que desciende, espero que haya un hotel.
Pojo es una verdadera sorpresa. Parece un pueblo fuera del tiempo. Callecitas de piedra, casas muy antiguas, una plaza alucinante con un enorme jacarandá en flor. No hay hoteles, pero si un par de alojamientos. No se divisa ni un carapálida, mi paso los asombra, me miran con cierto recelo pero son bastante amables cuando me acerco a preguntarles cosas.
Tampoco hay internet, salvo en un especie de telefónica con computadoras de hace 3000 años.
Saco unas fotos de este lugar tan especial y consigo alojamiento. El cuarto tiene una tele, la tele tiene un solo canal, y el canal no tiene sonido. Me pongo a escribir este relato, mientras se me cierran los ojos de sueño.
Mañana trataremos de llegar a Samaipata, aunque caigan sapos del cielo.
Segundo
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Re: Viaje a Colombia mayo 2014

Notapor Segundo el Sab Oct 11, 2014 7:58 pm desde Laboulaye, Cordoba, Argentina

VictorL escribió:Permacultura :shock: :shock:

Sigo sin dejar de asombrarme del Segundo polifacético.

Ahora si que no te veo de traje en un juzgado litigando en un juicio.

Decime que si y hago plop para atrás como Condorito. :lol:


No, abogado no, pero tuve muchos oficios en mi vida, un poco por curioso, otro poco por inconstante y mas que nada porque mi destino me los puso enfrente.
Te cuento algunos:
Mesero (mozo), trabaje con Sorín, el director de cine, muy poco tiempo, atendi una posada y tuve un bar en la playa (en Brasil), fui electricista, artesano, mensajero (en bici)vendedor, profesor de artes marciales, masajista, articulista en la revista "Uno mismo", trabaje en la Alianza Francesa de Mar del Plata (mientras estuve casado con una francesa) fui vigilador privado (el peor oficio de mi vida) luego me dedique a criar vacas, a la agricultura, y finalmente a escribir.
Es muy posible que me olvide de algun otro laburo, algunos duraron muy poco, otros muchos años.
Releo y hasta a mi me parece demasiado variado, pero fue así.
Abrazo.

 VictorL se suma al post de Segundo
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Re: Viaje a Colombia mayo 2014

Notapor osacarlp el Sab Oct 11, 2014 9:24 pm desde La Plata, Buenos Aires, Argentina

Que tal Segundo, te cuento que me comunique con Quispe y ya me contesto, le pedí que me preparara un tour por Machu con hotel y guarda de motos veremos que me consigue.

 Segundo se suma al post de osacarlp
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Re: Viaje a Colombia mayo 2014

Notapor Segundo el Sab Oct 11, 2014 9:53 pm desde Laboulaye, Cordoba, Argentina

osacarlp escribió:Que tal Segundo, te cuento que me comunique con Quispe y ya me contesto, le pedí que me preparara un tour por Machu con hotel y guarda de motos veremos que me consigue.


Genial. Acordate de consultarle por la opción "privado" que vas con menos gente y podes estar mas tiempo en Pisac y Ollantaytambo, y safar de las "compras". El sabe de que se trata, porque lo hablamos. Especificaselo claramente. Creo que la diferencia es de solo 20 0 30 soles. En mi tour se detuvieron dos veces a perder tiempo con el tema de inducirnos a comprar, cosa que no me interesaba.
Abrazo.
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