Viaje a Colombia mayo 2014

Información de viajeros para viajeros.. Que tengo que llevar? por donde me conviene ir? Consultas... experiencias... planificaciones... relatos... encuentros...historias... Aquí empieza y termina el viaje!

Re: Viaje a Colombia mayo 2014

Notapor Segundo el Jue Oct 16, 2014 11:55 pm desde Laboulaye, Cordoba, Argentina

16 de octubre

Si yo tuviese un maestro de viajes, un venerable anciano lleno paisajes en los ojos, tatuado de aventuras, seguramente me diría:
“El viaje solo termina cuando llegas a tu hogar. Hasta tanto mantente completamente atento, porque la sorpresa puede aparecer en el último recodo del camino”
Este viejo maestro se llamaría Tao Road, y me hablaría montado en una Harley dorada, por telepatía, desde algún lugar exótico como las Filipinas, o Katmandú. Y yo lo escucharía, porque los viejos siempre tienen razón a menos que tengan demencia senil, lo que sería una verdadera pena, la sabiduría es un bien escaso en estos tiempos.
Así pues quiero pasar a relatar la anteúltima jornada de este ya larguísimo viaje. Recuerden las palabras de tao Road, porque se verá hasta qué punto son pertinentes.
Me desperté temprano, muerto de sed. El aire acondicionado había colapsado en medio de la noche y mi garganta parecía el desierto del Sinaí. Bajé a los tumbos a la recepción y pedí agua, como un boxeador en el último round.
Vi que el desayuno estaba siendo servido y decidí aprovechar el envión. Bajé la compu y escribí dos jornadas luchando contra mi mente medio aletargada. Me tomé tres cafés al hilo, y un regimiento de medialunas. Después de eso ya me encontraba casi normal.
Algo estaba distinto, sin embargo.
Me costó un rato darme cuenta que había recuperado mi estado viajero, perdido en los últimos días por la pesadumbre que da volver. Si, estaba como nuevo, con mi energía renovada. Lo supe inmediatamente cuando empecé a ver, como con una lupa, cada cosa que pasaba a mí alrededor. También podía escuchar agudamente las cosas que sonaban en las mesas contiguas, todo me interesaba.
Si, estaba de vuelta.
Suspiré aliviado, sin preocuparme por el tiempo perdido.
Veamos. En una mesa grande un grupo de encuestadores, con pilas de papeles en las manos, se preparaban para atacar a un “universo” ABC, con una batería de preguntas. Había un líder que los aleccionaba, como si fueran a la batalla.
Me interesó muchísimo la dinámica porque hace muuuuuuchos años, trabajé de eso por espacio de un mes, haciendo una encuesta pre-eleccionaria. Me acuerdo perfectamente que era muy difícil lograr que alguien prestara su tiempo para responder 50 preguntas (algunas empresas de encuestas mandan cuestionarios con dos o tres baterías diferentes, para aprovechar la oportunidad). Como uno cobraba por encuesta realizada la tentación de falsificarlas era grande, y el riesgo también. La mayoría de los encuestadores, supongo, no duran mucho, por esas mismas razones. Y esto, a la vez, debería explicar los extraños pronósticos que resultan de vez en cuando.
En otra mesa, casi pegada a mí, un tipo hablaba a los gritos por teléfono. Porteño, claro. Me dio la impresión que quería mandarse la parte. Fanfarroneaba con un asunto patético de un diez por ciento en un negocio, dándose aires de rey de las ventas y pontificando acerca de cómo se hacían los negocios. Me imaginé la cara que estaba del otro lado de la línea, una cara que tenía rasgos de oreja aburrida.
Otra mesa, dos chicas. Hablaban bajo, no pude escuchar la mayor parte de la conversación pero por los pocos fragmentos que rescaté estaban pasando revista de una salida la noche anterior. Aparentemente se burlaban de los dos tipos que les habían tocado en suerte. Cuando las mujeres se ponen en ese plan son muy divertidas, me lamenté profundamente no acceder a toda la conversación, pero sus gestos eran elocuentes.
El aire acondicionado del comedor invitaba a quedarse para siempre, pero a mí me esperaba un desierto, y se hacía tarde. Hacía un calor histórico afuera, a pesar de la hora temprana. Pase por la plaza y saque un par de fotos, luego me dirigí al estacionamiento.
Todo el mundo estaba vestido diferente que anoche, con otro ánimo.
Agarre la avenida, como me indicaron, y muy pronto estuve saliendo de la ciudad. Llegué a Loreto que está situada justo en el borde del desierto, pero antes de cargar combustible pare en una especie de plaza homenaje a las Malvinas donde hay un gigantesco avión al alcance de la mano.
Me encantan los aviones monumento, uno no tiene muchas oportunidades de acariciar un ala, pararse debajo de un motor, o descansar bajo la sombra del pájaro gigante. Me hubiese gustado subirme, pero estaba medio complicado. Saque un par de fotos y seguí.
Entre Santiago y Loreto todo es bastante verde, así es que, si no conoces lo que sigue, podes cometer el mismo error que cometí yo la otra vez que pasé por aquí, en dirección contraria: no comprar agua. Muy mal, Segundo, muy mal. Esta vez me “muní” (dios mío, que palabra rebuscada) de una buena botella.
Adelante.
Un kilómetro después de Loreto todo se transforma y el verde huye como una rata. El desierto aparece en todo su trágico esplendor. Vegetación rala a ambos lados de la ruta, calor, cabras, algunos ranchos sin sombra y decenas de puestos que venden dos cosas: palos raros y cactus. Lo más extraño es que todos tienen un cartel que dice “se venden tortugas”
¿Dónde están las tortugas? Nadie sabe. Quizás les llamen tortugas a esos palos con ramas peladas, o a los cactus. Los puestos están solos, como si se atendiesen por su propia cuenta. Estuve tentado de parar para ver adonde se escondían los vendedores, pero me pareció una maldad.
Hay un puesto cada doscientos metros, durante kilómetros. Al costado de la ruta, cada tanto, algunos ranchos sin trazas de actividad humanoide.
Sigamos.
Hay algo que no había calculado: el viento en contra, furioso, despiadado y con mucho músculo aéreo, aparece de apoco y se despliega con todo lo que tiene. Hace que la moto se bandee de un lado a otro, como si yo fuese una vela y anduviésemos sin quilla. Tengo que poner mucha garra para mantenerla en línea. Cada tanto se embolsa en mi cuerpo y me tira para un costado. Una lucha, pero, como dice Serrat en “Bienaventurados”:
“…y si en cada alegría hay una amargura,
todo infortunio esconde algunas ventajas”
Increíblemente el viento es fresco. Viene del sur y hace que el calor casi no se sienta ahora. Una de cal, otra de arena.
Me cruzo con un nuevo grupo de motoviajeros, para variar. Saludos. ¿Adónde irán? Seguramente, por la manera que van equipados, van muy lejos. No sería raro que se dirijan al Perú. Es muy triste que todos vayan cuando yo vuelvo.
Se terminan los ranchos y las artesanías. Solo quedan las cabras, siempre sueltas y al borde de la ruta, pellizcando hábilmente la poca vegetación que crece entre la sal y los cactus. Más o menos a medio camino entre Loreto y Ojo de Agua (donde termina el desierto) hay un lugar, un paradero, llamado “el oasis”.
El nombre es un despropósito, no tiene ni un árbol. Se trata de un comedor solitario, pegado a una estación de servicio en ruinas. Está como para hacer una película de un viajero que se detiene y es secuestrado por zombies o vampiros (Como en “Antes del amanecer”)
Unos kilómetros después hay un cementerio.
El asunto es el siguiente: si no hay prácticamente nadie viviendo por aquí, ¿de dónde se abastece de materia prima? Es, sin lugar a dudas, un hecho curioso. La población más grande de toda la zona vive debajo de la tierra.
Veinte kilómetros después, un pueblo. Ok, tal vez el cementerio les corresponda pero ¿Por qué ponerlo tan lejos?
Me imagino el que quiere ir a llevarle unas flores a su vieja, un domingo calcinante, dándole a la bicicleta, hasta quedar exhausto. Qué manera de complicar las cosas, viejo… (decirlo con voz de taxista)
Sigo. Está pasando algo raro. A pesar del viento, un poco de frente y otro poco de costado, como si viniese al sesgo, voy a 130/140 km por hora. No es que lo haya decidido, es como si la Peregrina eligiera su propia velocidad. Esto explica, en parte, porque me sacudo tanto.
Hay una curva en donde todo se pone blanco. Paro para sacar una foto de la moto con el salitral detrás. A ver un poquito más de perspectiva, un poquito más, piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, un auto me pega un susto tremendo, yo estaba parado en medio de la ruta y, por el viento, no lo escuche venir.
Que flor de pelotudo.
¿Qué decía el viejo Tao Road?
Atento, atento, no termina hasta que termina.
Vuelvo al camino, el desierto empieza a aflojar, en una escuelita perdida veo una maestra haciendo dedo. Paro. En el momento que llego a la banquina me pasa un auto último modelo, zumbando. La chica rehúsa subirse a la moto, le estaba haciendo dedo al auto. Llegando a Ojo de Agua están montando tres molinos de viento gigantes, de esos que hacen electricidad. Paro para ver las hélices que están en el piso. Son gigantes. ¿Cómo las van a subir?
Ni idea.
Ojo de agua es un lugar raro. Como toda población de frontera tiene algo especial. Paro en la estación de servicio del ACA y me tomo un café en las mesitas de afuera. Pegado a la estación hay un pequeño hotel, muy simpático. Estuvimos aquí en el viaje a Bolivia que hicimos con Sol (el mismo que me olvide de llevar agua) ¿Nostalgia? No, es lindo volver a pasar por un lugar donde estuviste y sucedieron algunas cosas. Es como si algo de tu energía hubiese quedado esperándote.
Los tipos de la mesa de al lado hablan de caballos, y de carreras de caballos. Si, ya estoy en la argentina, los caballos son importantes, mucho más que las vicuñas, por ejemplo. Doy una vuelta por el pueblo, completamente al pedo. No sé qué me pasa, estoy casi alegre, jodón, con ganas de curiosear.
Apenas salgo de Ojo de Agua entro en Córdoba, y el paisaje cambia. En un rato más empieza a aparecer una zona agrícola, bellísima. Hay trigo sembrado. Unos 300 o 400 kilómetros antes estaban trillándolo, aquí todavía está verde o empezando a madurar. Si el trigo fuera el personaje de mi historia estaría yendo hacia atrás en el tiempo, de la vejez a la niñez.
Se ven las sierras a mi derecha, cada vez está todo más verde.
He pasado muchos puestos policiales desde que entré en Argentina, cada vez que me ven hacen el gesto de estar enterrando un enano liviano en la tierra (“más despacio, aflojá”) A los autos no les hacen ese gesto. Discriminación, si fuera joven saldría con una pancarta.
Paro en otra estación de servicio para ver si Carlos Calvo (más conocido en el Kawaclub como “Atun”) está en la ciudad de Córdoba. Justamente tengo un mensaje de él en el Face, me ha dejado su teléfono. Lo llamo y quedamos en encontrarnos.
El viejo Tao Road tenía razón.

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Re: Viaje a Colombia mayo 2014

Notapor korke el Vie Oct 17, 2014 4:32 pm desde Buenos Aires, Argentina

impecable relato de finales de viaje

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Re: Viaje a Colombia mayo 2014

Notapor buda el Vie Oct 17, 2014 5:05 pm desde Hurlingham, Buenos Aires, Argentina

espectacular ¡ que buen relato hasta en su/s capitulos finales

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Re: Viaje a Colombia mayo 2014

Notapor DUMBO el Vie Oct 17, 2014 9:54 pm desde Rauch, Buenos Aires, Argentina

::ap ::ap ::ap
Yo creo que una vez llegado, podrías seguir contándonos, al menos por un par de días o hasta que se acople nuevamente la rutina, sobre sensaciones, reencuentros y otros derivados... del viaje. :wink:

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Re: Viaje a Colombia mayo 2014

Notapor VictorL el Sab Oct 18, 2014 8:25 am desde Capital, Cordoba, Argentina

Dejen que el hombre descanse, ahora le van a pedir que haga un reality?

Aunque reconozco que también voy a extrañar tu lectura. Felicitaciones por el viaje.


PD: Ahora que recuerdo en otro foro del que formo parte (y también Atun) moteroscordobeses o los cuises, existe un apartado exclusivo dedicado a la literatura de sus miembros. Se me ocurre que seria muy bueno que se hiciera algo así por acá. Que opinan?

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Re: Viaje a Colombia mayo 2014

Notapor gustavo88 el Sab Oct 18, 2014 1:54 pm desde Villa Crespo, Capital Federal, Argentina

He seguido tus relatos hasta el último día. Felicitaciones Segundo, y muchas gracias por mostrarnos que este tipo de aventuras son posibles, por compartir lo hermoso de nuestro continente y nuestra gente, y por transformar tus vivencias y tu tiempo en palabras que expresen el todo ::em ::em ::em

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Re: Viaje a Colombia mayo 2014

Notapor Segundo el Dom Oct 19, 2014 7:14 am desde Laboulaye, Cordoba, Argentina

17 de octubre
¿La última jornada?

Todo el trayecto en tierra cordobesa fue raro y especial. A pesar de conocer el camino, no era el mismo, tocado, como estaba, por una emoción muy marcada de tiempo extraordinario.
Las cosas no son en sí mismas, se transfiguran por lo que uno siente. La misma casa, el mismo rostro, aquella calle, serán también lo que sentimos cuando las vemos.
Más bello, o más infernal, dependen de misteriosas químicas internas.
Ahora el camino no era el mismo que hace tres años atrás, cuando lo hice de ida y en diferente viaje. Sabía que tenemos cierta responsabilidad por lo que sentimos. Aquello que decidimos experimentar no es inocente. Puede que nos abandonemos a una sensación que surge, pero hasta eso es una decisión. En mi caso estaba experimentando un choque entre el mundo al que me había acostumbrado (un mundo desconocido y lleno de sorpresas, atiborrado de presente) y otro mundo familiar, ya conocido, impreso en mi memoria y lleno de registros.
Y llevaba una duda, también.
¿Qué provocaría en mí ese mundo conocido? Era probable que hiriese mi paciente acumulación de magias y hechizos, y mi estado –frágil- de maravillación, convirtiéndose en un mundo con sordina, amortiguado.
Esta es la peor pesadilla de un viajero. No difiere mucho, por lo fantasiosa, de los monstruos que se representaban al borde del mundo conocido, en los antiguos mapas. Es solo la imagen de los temores más profundos, las fronteras y los confines del alma.
¿Uno se encuentra con los monstruos al final del camino?
¿El efecto cartel es una verdadera maldición?
Si, era una posibilidad latente, y mi observación del camino tenía pintada esa desconfianza de que en cualquier momento me encontrase de nuevo ensimismado en un universo pre-cocido.
En la película “Despertares” un grupo de enfermos que ha vivido siempre paralizado, tienen una súbita recuperación, y están libres, y plenos, nuevamente. Viven entonces una fiesta continua pero después de poco tiempo empiezan a experimentar una remisión de la enfermedad, hasta sumirse en la postración una vez más. Esta parte de la historia es muy triste.
El vacío post-viaje es una posibilidad aterradora. Este estado, descripto por infinidad de viajeros, es una suerte de depresión producida por la falta de estímulos que sobrevienen con la llegada. Quien lo experimenta es incapaz, por un tiempo, de adaptarse al mundo de todos los días. Es un síndrome de abstinencia de aventuras.
Todo esto flotaba a mí alrededor, como un fantasma enamorado, mientras avanzaba con la moto.
Me acercaba a la ciudad de Córdoba por campos sembrados y pueblos prósperos donde las máquinas agrícolas son las reinas indiscutibles. Después de hablar por teléfonos con Carlos Calvo quedamos en encontrarnos cerca de la circunvalación. No fue muy preciso acerca del sitio pero entendí que saldría a buscarme.
Cuando me quise dar cuenta, estaba a mi lado, en su moto.
Paramos al borde de la banquina y nos abrazamos, como dos amigos que se reencuentran después de años de ausencia, aunque no nos habíamos visto nunca. Me hizo una seña y lo seguí hasta su casa, en medio de la ciudad.
Hablamos un buen rato y me ofreció un departamento desocupado que tiene, para que me bañara y me repusiese antes de la noche (en donde haría un asado para festejar). Me tomé un par de horas para escribir el relato del día y descansar un poco, y después volví a su casa donde ya tenía todo listo.
En la parrilla se estaban asando una variada colección de cortes, había un par de botellas de buen vino en la mesa y todo estaba preparado para una gran noche. Hacía meses que no comía un asado y no la podía creer. Uno no sabe lo que se ha perdido hasta que lo reencuentra.
Cuando salgo a viajar hago morir todas mis rutinas.
No me acuerdo más ni del asado, ni del mate, ni de las medialunas, ni la pizza, ninguno de los rasgos de la argentinidad al palo se va conmigo, de manera evidente. Reemplazo el mate por el café, la carne por el pollo, el tango por el vallenato. Creo que la razón es de una obviedad abrumadora: no debe uno dejarse comer por la nostalgia, ni extrañar. Estamos para atestiguar un mundo nuevo y hay que ir lo más liviano posible.
En el caso contrario viviremos bajo la amenaza de encontrarnos sentados en cualquier mesa de un alejado lugar del mundo, diciendo “¿Cómo es posible que no haya ravioles?” o “¿Usted cree que esto es una EMPANADA?” y esto sería muy, muy terrible.
El encuentro con carlos fue muy agradable, nos quedamos hasta bastante tarde arrebatados por el viejo rito de la amistad de los viajeros, que consiste en contarse historias y hablar de la vida con una ligereza en las alas en donde el vino, muy probablemente, tiene parte de la culpa.
Viejos y nuevos viajes, hazañas y desastres, la manera de viajar propia y la de otros, la moto como un ser viviente, y todos los temas que se hablan en estos casos, son un tipo de conversación en donde uno podría flotar muchas horas sin cansarse. Es un campo en donde las historias ajenas tienen el mismo rango que las propias. Nada me aburre de los viajes de los demás, es como si fuesen míos.
Creo que el viaje es sagrado, el de cualquiera, y uno respeta eso, y lo reconoce. Son las mismas cosas que amamos, debajo de la piel de todos los hombres. Los viajeros, muy frecuentemente, cuentan su viaje desde un lugar distinto al que cuentan sus cosas personales, como si intuyesen que es un acto que va más allá de nosotros mismos. Se tiene la sospecha de estar tocando lo Universal y eso da un lugar hermoso para relatar la historia, y nos hace más humildes, y más íntegros.
En ese momento, creo, no hay distinción entre un tipo contando una breve historia, las más bella de su vida, en una estación de servicio, y Marco Polo, hace mil años, relatando su viaje a un emperador tártaro.
¿Exagero?
Lo único verdaderamente cierto es que estuve mucho tiempo comiendo asado, sin parar.
Vista desde afuera debe ser una costumbre rara. Dos tipos comiendo carne, como animales educados, tomando vino y contándose historias, solo auxiliados por el pan. Una comida salvaje, matrera, que amamos con desmesura como si fuera algo más que una comida (los matreros eran gauchos que, hace mucho tiempo, depredaban los rodeos de grandes terratenientes, arrebatando alguna res, y comiéndola al pie del caballo. Cazadores, gente fuera de la ley, que la literatura argentina, en algún momento, elevó a una épica romántica, una de las pocas que tenemos.
Me refiero al Martin Fierro, por supuesto. Un prófugo, pero, por eso mismo, una historia de viajes.
Creo que fui al reverendo carajo.
Trataré de retomar el hilo, porque la que vino como cierre de la noche es una verdadera sorpresa. Carlos me presta un libro muy difícil de conseguir, que busco hace años. Se trata de la biblia de los motoviajeros –quizás haya algunas biblias más, pero esta es muy reconocida- llamada “Los Viajes de Júpiter” y escrita por Ted Simon , un periodista inglés que hace la vuelta al mundo en moto, en los años 70.
Este libro lo había rastreado durante mucho tiempo, sin éxito. Hay una edición española pero es imposible encontrarla en una librería argentina. La busqué en internet, por supuesto. Está la versión inglesa, que se puede bajar, pero no encontrás la española, salvo los prólogos y el primer capítulo.
De pronto tenía en las manos el libro que tanto había buscado.
Increíble. Entre los amantes de la literatura y las historias hay siempre algún libro perdido, que uno busca como si fuese el Grial, o El Dorado, y que empieza a tomar una dimensión escandalosamente mítica. Esta valoración es independiente a los méritos del libro en cuestión, ya que uno aun no lo ha leído, pero suele ser justificada.
Ahora el volumen estaba aquí, sobre la mesa, irrefutablemente presente en tres dimensiones, con su peso apreciable y su foto de motoviajero antiguo en la portada.
Me fui a dormir convencido que el viejo Tao Road habría tenido razón, una vez más.

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Re: Viaje a Colombia mayo 2014

Notapor osacarlp el Dom Oct 19, 2014 8:43 am desde La Plata, Buenos Aires, Argentina

Excelente final, lo que abra sido ver esa parrilla, que grande el cordobés felicitaciones Segundo ::ap ::ap ::ap ::em ::em ::em

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Re: Viaje a Colombia mayo 2014

Notapor okchelo el Dom Oct 19, 2014 10:20 am desde La Matanza, Buenos Aires, Argentina

Admirable!!! Pienso que para evitar la depre del fin de viaje, nada mejor que tener en mente un próximo destino... siempre habrá una nueva aventura por recorrer, gracia Segundo por tus reatos. ::ap ::em

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Re: Viaje a Colombia mayo 2014

Notapor korke el Dom Oct 19, 2014 11:19 am desde Buenos Aires, Argentina

En el terruño sano y salvo. Amanece que no es poco. Excelente.

(N: en mi casa está parando en estos días un motoviajero colombiano y está leyendo trozos de tu viaje; te manda sus anónimos saludos; Pedro, su nombre, quien salió en Agosto 2014 de Medellin con su hijo de 18 en 2 KLRs, mañana despacha las motos y el martes vuela a Sudafríca para continuar por el oriente de Afríca con destino a Egipto, Turquía, la Ruta de la Seda, Rusia, Siberia, Alaska, Colombia; hombre de moto grande -1200- usar, compró 2 KLRs para este viaje precisamente por su sencillez y fiabilidad; luego pondré su dato de FB para quien guste seguir su KLRo camino).

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Re: Viaje a Colombia mayo 2014

Notapor Cesar el Dom Oct 19, 2014 12:28 pm desde Lanus, Buenos Aires, Argentina

excelente Segundo, vos volviendo, nosotros saliendo.....esperamos vivirla de la misma forma que vos la plasmaste en el foro. ::em

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Un Abrazo
[url=http://img52.imageshack.us/i/avatarkawaclubyamahar1.jpg/][img]http://img52.imageshack.us/img52/201/avatarkawaclubyamahar1.jpg[/img][/url]
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Re: Viaje a Colombia mayo 2014

Notapor natoch el Dom Oct 19, 2014 6:19 pm desde Posadas, Misiones, Argentina

Muy buen último capítulo, Segundo!!
Solo aplausos ::ap ::ap

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Re: Viaje a Colombia mayo 2014

Notapor DUMBO el Lun Oct 20, 2014 12:17 am desde Rauch, Buenos Aires, Argentina

natoch escribió:Muy buen último capítulo, Segundo!!
Solo aplausos ::ap ::ap

Pero qué último...!!!, si todavía falta el relato desde Cóoooordoba Capiiiiital hasta Traslasierra!!! ::go
Y después nos tiene que seguir contando cómo encontró las vacas, si tiene muchos terneros nacidos, etc., etc., etc. ...
Vamos don Segundo, que usté' es responsable de la adicción que creó, mi'amigo!!!

Y busque, busque..., que le habrán quedado algunas fotos buenas sin subirle a natoch, para que nos muestre... :roll:

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Re: Viaje a Colombia mayo 2014

Notapor maxichicote el Lun Oct 20, 2014 9:50 am desde Mendoza, Argentina

debe quedar uno mas!!
por favor que quede uno mas!!!
me da abstinencia de relatoooo!!! ::c64 ::c64
Vamos Segundo!! uno maaaaaasss!!! ::c63 ::c63
ex CBR F2
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KLR 650
a la espera de que vendra despues.....
maxichicote
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Re: Viaje a Colombia mayo 2014

Notapor Segundo el Lun Oct 20, 2014 10:36 am desde Laboulaye, Cordoba, Argentina

Epílogo

Rodé por la autopista con la sensación de los finales.
La noche anterior había soñado que volaba y la sensación estaba todavía resilente en mi corazón. ¿Cual era el significado si es que -por fuerza- tiene que haber uno?
Al llegar a Villa María viré hacia la derecha y me interné en el pueblo para repostar por última vez. Dedesde Villa María hasta el campo en Huanchilla me quedaban 100 millas exactamente. Las ultimas de un viaje de 20.000 kilómetros, 100 hoteles, 4 cambios de aceite, 7 cruces de la cordillera, 8 fronteras, 15.000 fotos, 150 días de aventuras, dos oceanos y una caída.
Me demoré tomando un café y observando señales. Pudiese ocurrir que aún apareciese algo, tenía que mantener el ojo despierto hasta el último kilómetro, como manda el manual. En la mesa de al lado, con el típico acento del sur cordobés un tipo trataba de convencer a otro que tenía ante sí un gran negocio, y que debía agarrarlo.
El que escuchaba no parecía muy convencido.
Agarré el diario mientras me comía unos criollitos (en cada sitio del planeta hay una maravilla) y todo lo que leí parecía haber ocurrido el día antes a mi partida. Todo estaba igual ¿era una buena noticia?
Al salir al playón vi dos grandes motos estacionadas. Viajeros. Me acerque a hablar con ellos, eran de Rufino, Santa Fe, y habían ido a un encuentro de V-Strom en el norte. Hablamos un rato de viajes y caminos y aproveché para preguntarles por Julián Parente, un tipo que escribía sus viajes y que era muy bueno en eso.
Me contaron que Julián había tenido un accidente en Brasil, volviendo de Venezuela. Chocó y se rompió la pierna gravemente. Su moto se había incendiado. Triste noticia. Volví a la ruta pensando lo peligrosa que puede ser nuestra forma de viajar, aunque nunca hablemos de eso. No por la moto, en realidad, y el asunto de que la carrocería sos vos, sino porque la acumulación de jornadas cansadoras, con la perdida de concentración, los caminos desconocidos, los países extraños, las costumbres de diferentes automovilistas y otros desajustes que hacen que la tómbola de la suerte siempre este girando y pueda caer, cuando menos te lo esperas, en un número funesto.
Yo había tenido muy buena fortuna, y mucha protección. Ni siquiera una pinchadura, nunca tuve que parar en medio de la nada, siempre pudimos seguir adelante hasta un sitio seguro.
Atravesaba ahora la ruta que une Villa María con La Carlota.
Es un camino que, alguna vez, fue escenario de un desafío mental: hacer el trayecto (pegado a mi casa) como si estuviera en otro país, muy lejano. Me intrigaba saber hasta qué punto se podía lograr la maravillación en un sitio que, por lo familiar, no parecía muy apto para eso. Recuerdo perfectamente que obtuve resultados alentadores. Me confirmó lo que ya sospechaba, no es tanto el camino, ni la moto, es la mente del viajero.
Ahora volvía a atravesarlo y un montón de recuerdos se sobreimprimían con el paisaje. Los extraños nombres de los pueblos que pasaban, Ausonia, Etruría, Chazón, y un especie de cementerio de autos y maquinas rurales muy antiguas, ahora casi cubiertas de agua, me volvieron a sorprender.
Llegue a la Carlota y volví a parar en otra estación de servicio.
Era más que evidente que estaba posponiendo la llegada todo lo que fuese posible.
Me encontré con tres motociclistas que venían de santa fe a un encuentro de motos. Compartí un café con ellos y les conté mi historia.
Vi algo en sus caras, algo que brillaba, como si fuese el vislumbre de un mundo desconocido al alcance de sus ruedas. Me aseguraron que iban a hacer un gran viaje, algún día. Saber que yo tenía más de 50 años pareció aliviarlos. Había tiempo.
Siempre hay tiempo, a cualquier edad, pero ese tiempo no es infinito. Los grandes sueños deben ser puestos siempre en la gatera, mucho antes de que aparezcan las condiciones necesarias, porque de otro modo la inercia poderosa de la comodidad puede agostarlos.
Seguí por la ruta 4 rumbo a Laboulaye. Justo a medio camino sale el desvío que va a mi pueblito. De allí son pocos kilómetros (de guadal) hasta Campochico, donde me esperaba mi padre, mis perros, y el rodeo de vacas.
Había llovido recientemente y descubrí agua en las huellas en la entrada. Ya se divisaba el casco y los árboles, tan familiares. Era casi imposible que sucediese algo imprevisto faltando tan poco.
Nunca sobreestimes lo imposible. 500 metros antes de llegar se me salió la cadena de la moto.
Me reí irónicamente, mientras me bajaba. Ya la había ajustado tantas veces que no quedaba ya recorrido. La peregrina estaba mostrándome que había aguantado hasta que vio la casa. Animal fiel, le di unas palmadas en el tanque y coloque nuevamente la cadena, a mano.
Mi casa estaba como siempre, los perros me recibieron con una alegría sicótica. Hablamos con mi padre largo rato y después me fui a acomodar mis cosas y desarmé la moto por última vez. En la pared blanca, escrita con carbón de la chimenea, estaba la lista que hice meses antes de viajar, con todos sus ítems tachados.
Había un silencio extraño, como si el mundo se hubiese detenido de golpe.
Sin saber qué hacer para sobrellevar ese momento crucial, abrí el libro de Ted Simon y comencé a leer.
Me resultó extrañamente familiar. Si lo hubiese leído antes de viajar se podría pensar que todo este relato es resultado de su influencia. Parecía que estaba leyendo mi propio viaje escrito por otro. Supe que esto ocurre porque el viaje es universal, un mito que va más allá de nuestras diferentes formas de ser y que las supera.
Un verdadero viaje hace a los viajeros, y no al revés. Existe antes de partir, y seguirá existiendo mucho después que regresemos al hogar.
Cuando dejé de leer, muchas horas después, supe que se estaba formando un nuevo pulso aventurero en mi corazón.
Las grandes travesías se alimentan de la disconformidad y la imaginación. Esos son los impulsores. Yo tengo siempre grandes cantidades de ambas. Solo había que lanzar el espíritu hacia una nueva meta.
¿Qué tal una vuelta al mundo?

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Segundo
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Abril 2014


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