Viaje a Colombia mayo 2014

27 de mayo
Primero los gallos, muchos gallos, muchísimos gallos.
Después las motos, haciendo arrancar el día.
Hay miles de motos en esta ciudad. La gente viaja de maneras sorprendentes, cuatro en una moto, por ejemplo. Anoche vi una señora que por haber quedado atrás desafiaba –y derrotaba- a Newton, iba prácticamente en el aire, solo sostenida por su deseo de viajar. Y si un hombre transporta a su mujer detrás, ella lleva las piernas para el mismo lado, como se montaba antiguamente a caballo. Algo muy común es: señor manejando con un niño delante y otro atrás, y luego la mujer, sosteniendo una garrafa.
Yacapani despierta así, a fuerza de gallos y de motos.
Esta nublado de nuevo, con ganas de llover, pero ya estamos a unos 200 kilómetros, por mi pueden caer sapos del cielo que me da igual.
La ruta nos recibe sin un reproche. Arrancamos la última jornada.
A los pocos kilómetros, en uno de los tantos retenes -o trancas policiales- nos piden las licencias de conducir. En enero del 2012 cuando fuimos a Bolivia con Sol mi licencia estaba vencida y nunca me la pidieron en la ruta. Ahora tengo todo en regla y me paran, lo que abona mi teoría de que cuanto mejor preparado vas, peores cosas te pasan (podría ser otro corolario de la ley de Murphy)
La ruta se empieza a poner cada vez más hermosa, atravesamos una zona de ríos gigantescos y repetidos con sus larguísimos puentes. Son bellos los puentes, me ponen de buen humor. Tienen algo de irrupción en la continuidad de la carretera, un salto, un lapsus de alegría total. Ojala hubiese siempre tantos puentes como los que hay en la zona de Entre Rios (Bolivia). Los viajes serían más divertidos.
Luego llegamos a Villa Tunari y paramos para almorzar. No sé si ya lo he comentado, los cochalos (la gente de Cochabamba) comen varias veces por día, al menos 5 veces, y son expertos en gastronomía. Durante las comidas hablamos de comida. Donde se hace el mejor chorizo chuquisaqueño, por ejemplo. Largos debates.
Después de Villa Tunari empiezan las yungas y mi felicidad aumenta con cada metro que subimos. Paisaje lujurioso. Explosion de verdes. Vistas impresionantes de los valles. Camino sinuoso. Es la fuckin rain forest .
Un pequeño inconveniente, nomás. El camino está literalmente destrozado. Las lluvias del verano han destruido el asfalto y las motos choperas de los chacanes pagan su reticencia a la tierra y a los pozos. La peregrina, en cambio, se revuelca como un chancho en el barro, feliz, nada la detiene. Le meto rosca como loco para adelantarme. Paro a sacar fotos y cuando me pasan los alcanzo y me voy delante de nuevo, para volver a sacar fotos.
Esto es para ustedes, foto-lovers. No digan luego que no estoy sensible a sus sugerencias.
Cuando estamos llegando arriba se presenta una neblina total. No se ve a un metro. Los camiones aparecen como fantasmas gigantes. Las pocas partes de asfalto están patinosas. Bajo el ritmo porque no veo nada, ni el paisaje, ni a mis compañeros, ni el camino. Un metro de visibilidad, hay que intuir por dónde meter el morro de la moto.
Canto “Nieblas del riachuelo” (tango) con voz de Goyeneche adentro del casco. No suena igual que el polaco, pero me distrae un poco.
Unos kilómetros después el camino baja un poco y se abren huecos entre la niebla donde aparecen las montañas.
Que-lo-re-mil-parió. Esto es realmente bello, e irreal.
Todo aquello a lo que no estamos acostumbrados se vive como irreal, por lo que –deduzco- la realidad es bastante austera. Una pequeña parcela de la inmensidad de posibilidades perceptivas.
Bueno, me fui al carajo. Retomo.
Continuamos bajando, el camino mejora. Pasamos un túnel. Grito como loco. ¿Estoy loco? No. Estoy refeliz. Luego un segundo túnel pero como es curvo entro en una oscuridad total. Ahora no grito. Es más, estoy cagado de miedo. Mamita, no termina nunca.
No veo absolutamente nada. La entrada no aparece. Siento agua debajo de la moto. Si me llego a caer estoy en el horno. La verdad es que cuando finalmente diviso la entrada después del recodo me viene como un epifanía de baja escala.
Grito de nuevo, para soltar la tensión. Ahora estás vociferante ¿no? Recién ibas como una monjita de clausura. En fin, nadie se va a enterar, de Face y los foros de motos esto no sale.
Un rato más y aparece el sol. El paisaje se abre, empieza a hacer calor, el camino está bueno, bajo como loco, cortando las curvas como un demonio fuera de control hasta que aparece Cochabamba entre las montañas.
Es la tierra prometida, el primer gran objetivo de mi viaje. Me sosiego, para disfrutar el mundo a baja velocidad. Slow time, ahhhh, que delicia.
En la entrada caótica de la ciudad me despido de mis compañeros de viaje. Grandes sonrisas. Ya nos veremos más adelante. El líder del grupo me pasa la dirección de otro chacan que tiene un hotel y recibe motoviajeros, así que estamos de suerte.
Entro en Cocha como quien entra en la historia.
Aleluya hermanos.

Las fotos del viaje están posteadas en este grupo de face:
https://www.facebook.com/groups/lanave/
Pidan unirse y al toque los habilitamos.

Que lindo relato... Me equivoco o sos analista de sistemas o ing en sistemas....

No amigo, soy escritor, nomás. Y viajero.
Ahora posteo algunos links de fotos para los que no tengan Face. Aclaro que las subo con un programita de captura de imagenes. El registro completo está en el grupo de Face que les comente anteriormente.

http://prntscr.com/3nebn1
http://prntscr.com/3necl7
http://prntscr.com/3ned6a
http://prntscr.com/3nedld
http://prntscr.com/3nee24
http://prntscr.com/3neer3
http://prntscr.com/3nefvz
http://prntscr.com/3negk9
http://prntscr.com/3neicr
http://prntscr.com/3neirv

Hola poeta, me encanta tu prosa, me divierte tus licencias y delirios idílicos. Espero con ansias tu próxima entrega. Una sola visita aveces no se sabe en que ciudad o pueblo estas, tal vez se yo que estoy medio ciego, pero me cuesta hubicarte geográficamente.
Saludos y buena suerte

Hola poeta, me encanta tu prosa, me divierte tus licencias y delirios idílicos. Espero con ansias tu próxima entrega. Una sola visita aveces no se sabe en que ciudad o pueblo estas, tal vez se yo que estoy medio ciego, pero me cuesta hubicarte geográficamente.
Saludos y buena suerte

Sali de Traslasierra, fui a Tucuman, luego a Oran (Salta) De ahi pase a Bolivia por salvador Mazza-Yacuiba. Subi hacia el norte por el Oriente Boliviano, hasta Santa Cruz de la Sierra (con una parada intermedia en Camiri) de Santa Cruz me dirigi al oeste, hice una parada intermedia en Yacapani y subí las yungas para llegar a Cochabamba donde ahora me encuentro.
Abrazo!

28 de mayo
Me levanto tardísimo, es el primer día que duermo como un opiómano. Cochabamba es uno de esos sitios donde me siento como en mi casa y eso ayuda.
Anoche fui a dar vueltas, respirando la ciudad, con cara de nene-maravilla. Comí en la calle, hablando con la gente, buscando historias.
Cuando uno es escritor, y viaja, siempre estas cazando historias. Una buena historia es como un tesoro, dura más tiempo que las fotos, que los recuerdos, que las experiencias. Una buena historia, creo, dura para siempre.
Pero no abundan las buenas historias, son muy difíciles de atrapar. Si te quedas en tu casa ni aparecen, pero incluso haciendo un viaje o travesía hay que tener la mente al acecho, buscarlas siempre, porque las historias rara vez se entregan por si solas.
En la mañana voy al café Paris, frente a la plaza. Es un lugar donde recupero energía (lo conocí en el anterior viaje) donde se puede escribir, tomar un excelente café, leer el diario y fumar.
También se puede pensar, y soñar.
Todo buen Café tiene ese poder de hacernos desplegar estados interiores. Los tipos que pasaban su vida en los Cafés de Bs As se convertían, por fuerza, en filósofos. No porque sus dotes de pensadores fueran excepcionales, sino por la acción directa del ambiente que hay en esos lugares mágicos y que hoy por hoy están en franca extinción.
Después me voy a dar una vuelta, sin rumbo, al azar.
Me llama la atención (no diré “poderosamente” porque detesto las frases armadas) algo que está como en un segundo plano, encriptado casi, o disfrazado a la vista de la gente que pasa. Son centenares de pintadas. Todas las paredes están escritas. Cochabamba toda –o al menos el centro viejo- es como una ciudad-libro, una ciudad escrita.
Hay detalles además, que pudiesen pasar desapercibidos a primera vista, si uno va apurado, o en plan turista de buscar restoranes o tiendas.
Una placa en plena recova de la plaza de la catedral dice “ Aquí fue fusilado Y DECAPITADO Antezana, en su lucha por liberar la patria, a manos de Goyeneche”. Goyeneche era el gobernador español de turno, deduzco, y el hecho de que fuese decapitado habla de un odio notable, o de un intento de amedrentar. Sin embargo, tantísimos años después, el ñato ese, Goyeneche, sigue siendo recordado como un verdadero garca, y el otro como un héroe.
La placa señala el sitio exacto donde ese hecho tuvo lugar. Me dio escalofríos históricos estar parado justo en el mismo sitio. Es fácil imaginarse la descarga, y la muerte, que nunca es hermosa.
En Cochabamba, también, hay cines. Cines como los de antes cuando ir al cine era una experiencia, y el mismo lugar, gigante, te ponía en estado de trance ni bien entrabas. Si vas a ver una peli en un moderno “microcine” la pequeñez del lugar, y de la pantalla, no pone en trance a nadie.
Lástima que los dos cines que vi daban la misma película “El hombre araña 2”. En fin, como decía un amigo, “una de cal, y otra de arena”.
Acabo de releer lo escrito y noto un especie de nostalgia en mi relato. No soy un viejo todo-tiempo-pasado-fue-mejor. Nada que ver. Mañana es mejor, es solo que esta ciudad tiene un aire de otro tiempo, y yo me sintonizo con los lugares donde estoy.
La gente no usa casco en Cocha. Me entra la duda de si acaso no esté penado por la ley y aprovecho para preguntarle a un policía parado en una esquina:
-Es ilegal andar sin casco, me aclara.
Detrás de él decenas de motociclistas pasan con los pelos al viento.
-Pero aquí todos andan sin casco, insisto.
-Si te caes sin casco puedes lastimarte gravemente, me alecciona.
-Sí, eso ya lo sé, pero ¿está prohibido?
-Bueno, es tu elección –me dice, ya sin mucha paciencia- Si tienes suerte no pasa nada, pero si te agarra Transito estás cagado hermano.

Vuelvo a mi hotel, que es genial. Estilo español, patio en el medio con su fuente y su estatua. Dueño motociclista. Descuento de 30% para motoviajeros. Baño privado. Televisión con un solo canal (local) y a dos cuadras de la plaza que adoro.
¿Qué más puedo pedir?
Mañana les cuento una extraña costumbre cochabambina, el “San lunes”.
Abrazo para todos.

Muy buenos los relatos Segundo, y si bien como decís las fotos han sido superadas por la prosa, es una pena no tenerlas (las vengo pispeando del facebook, y tb están buenísimas).

::ap



Muy buenos los relatos Segundo, y si bien como decís las fotos han sido superadas por la prosa, es una pena no tenerlas (las vengo pispeando del facebook, y tb están buenísimas).

Me resulta complicado postearlas aca, porque tengo que capturarlas, subirlas, y postearlas. Pero te prometo que mañana o pasado actualizo para los que aborrecen el Face.

No es necesario que las subas. Conectando la cámara (o la memoria) a la computadora, las podés postear desde allí.

Captura.PNG

Subir foto o adjunto + Examinar + Equipo + cámara o memoria + foto + Abrir + Agregar archivo + Publicar en el mensaje.

Eso para los muchachos. Yo, con tu pluma ya estoy hecho.

Gracias Dumbo, aunque parece el protocolo para enviar un satelite al espacio te juro que lo intentaré.

Sí, no?
Ya verás que es más fácil hacerlo que explicarlo claramente. Los botones te van llevando.

Diario de Viaje/3
(23 de mayo)
(...)uno debe seguir SIEMPRE sus sueños, por más extraños que sean, porque provienen de un lugar del corazón que sigue libre.

29 de mayo

Me está pasando algo que no había previsto. El hecho de estar escribiendo este diario está alterando radicalmente la dinámica de mi viaje. Esto ocurre porque el ida y vuelta con los lectores no es inocente, tiene un efecto muy fuerte.
Podría decir, sin dudarlo, que los lectores están viajando mi viaje. Lo tocan, lo transforman, lo impulsan. Ya no es un viaje en solitario, es una caravana de soñadores y esto me conmueve, y mucho. No sé cómo explicarlo mejor, solo puedo decir que mis ojos ya no ven para mí mismo, hay muchos viendo a través mío y eso me da un poco de pánico escénico.
He salido hoy a caminar solo para capturar la vida, con esa idea en mente. Miro con una intensidad que va más allá de mi costumbre.
En una esquina encuentro a una señora cambista. Las casas de cambio en Cocha son gente sentada en la calle, en un banquito alto, con un bolsito en el regazo o una mesita. Esta señora tiene también un cartel que dice dólares, euros, reales (pesos argentinos, no. Nadie te los cambia) La imagen es hermosa y le pido si puedo sacarle una foto. Se niega rotundamente. Le pregunto la razón.
-Sáquele fotos a las jovencitas, señor, no a las viejas, me responde.
Tomo la calle San Martin para ir a “La Cancha”. Es el mercado a cielo abierto más grande de Sudamérica, un verdadero mercado persa, gigante y laberíntico, donde uno puede encontrar todo.
En el trayecto a pie –quise tomar un taxi pero me rechazó, el tráfico es endemoniado en las cercanías del mercado, y la tarifa es fija, no por reloj- observo que aquí la gente vive en la calle, todo ocurre en la calle, el mundo está en la calle. Me pregunto sinceramente si habrá vida en los interiores de los edificios durante el día.
Veo un tipo arrodillado en la vereda, dibujando con tiza. La gente le pasa por todos lados, pero no lo molesta. Sospecho que es el comienzo de una obra bastante grande, y muy efímera. ¿Cuánto puede durar un dibujo hecho de tiza en una vereda? Él lo sabe, seguramente, y juega con eso.
Llegar a la Cancha es como perderse en una selva. No sabes para dónde agarrar, no sabes dónde termina, se extiende hacia todos los lados y sobre todo hacia adentro, porque en el interior de cada manzana del mercado hay otras callejuelas, repletas por un infinito cosas. Allí adentro la gente come y comercia, canta y respira, habla y discute. El mercado parece una suma de lo posible, expandida en millares de puestos y recorrida por inmensidades de personas.
(Banda de sonido de este tramo del relato: muchas voces, bocinazos continuos en el tráfico trabado, música, gritos)
Pues bien, he entrado con cierta timidez y he observado con atención. Debo decirles que saqué unas pocas fotos, pero recibí muchas puteadas en quechua también, y algunos gestos nada amistosos. No les gusta que los fotografíen. Es como si los vejaras. Así que no saqué más fotos, pero las que tengo bastan para que se den una idea.
Cuando estoy en un lugar trato de no molestar, de pasar lo más desapercibido posible, aunque sé que es imposible. El gringo sacafotos empedernido me cae para el culo, porque no registran nada, ni les importa.
Quisiera agregar que hay muchísimos mercados, más pequeños, además de La Cancha. El mercado, en toda Bolivia, es una institución vital, un modo de vivir. Digo esto desde mi completa curiosidad, no desde el saber. Es solo lo que percibo.
Ayer les prometí lo del San Lunes. Ahí va:
Resulta que en Cochabamba los obreros, los changarines, los operarios, trabajan toda la semana para llegar al finde y desquitarse, bebiendo, comiendo y “farreando”. Hasta ahí todo normal, como en cualquier sitio, solo que con más énfasis. Pero el envión de este desquite continúa más allá, y abarca también el primer día de la semana (el San Lunes de marras) donde el ausentismo en los lugares de trabajo es notable.
En dos palabras, siguen de joda. Esto produce una colisión con los que arrancan a laburar, y por esa razón el 60% de los accidentes de tránsito, por ejemplo, ocurren ese día.
Las autoridades comunales decidieron entonces establecer una ley seca que durase solo ese día. Pero Cochabamba tiene, también, una gran tradición de resistencia civil. Salen a la calle y no los para nadie (Aquí tuvo lugar la “guerra del agua”. Hubo una verdadera batalla callejera cuando se la quiso privatizar, y les torcieron el brazo)
Esta vez ocurrió lo mismo, la gente salió a la calle, sobre todo los vendedores de chicha, los que hacen comidas y hasta la casa de la cultura, y tuvieron que dar marcha atrás. El San Lunes sobrevivió.
Como dice mi amigo Jaime (el dueño del hotel) cuando me contó esta historia, en Cocha la gente “no se deja”

Ahora un asunto más bien filosófico. Llevo tres días en esta Ciudad, me he hecho mis pequeñas rutinas, como ir al café Paris en las mañanas, sentir que el Hotel es mi casa, comer en mi puestito favorito, pasear por las tardes buscando cosas extraordinarias. Esta rutina me establece, me fija. ¿Cómo se entiende que uno esté “viajando” pero, a la vez, no se mueva de un sitio?
Miro mi moto en el patio, a la que hoy le he dado un poco de merecida atención (lavadero, pequeñas reparaciones, buscar una calco para tapar el rayón) y ella me mira a su vez como diciendo ¿Cuándo seguimos?
Ni idea, Peregrina, ni idea.

29 de mayo

... Ya no es un viaje en solitario, es una caravana de soñadores y esto me conmueve, y mucho...

Que no te quepa ninguna duda.