El placer de las motos ochentosas esta en restaurarlas y mantenerlas en el estado mas pristino que el bolsillo y la accesibilidad a los repuestos nos permita.
Pero no es menos placentero sacarlas a lucirse, a disfrutar de su majestuoso andar y dar el gusto a quienes al verlas en las calles o rutas traen a su memoria un pasado reciente que de seguro todo cuarenton añora.
La ide era juntarnos 4 o 5 motos e ir a almorzar a algun lado cerca y regresar a buenos aires. El destino fue San Pedro, a algo mas de 150 km de la capital federal. Reservamos en "La campiña", establecimento de los conocidos por todos Cesar Masseti y Mónica Mianovich.
Partimos de buenos aires a eso de las 11 hs, 4 amigos. Martin, Alvaro, Marcelo y yo.
Martin, recien iniciado en el motociclismo. Adquirió una Honda CB 750 four F 2, año 1978, en muy buen estado y desde entonces se dedicó a perfeccionar el arte de conducir estas motos antiguas ya, pero muy funcionales.
El resultado de la practica no fue demasiado auspisioso ya que a juzgar por la velocidad a la que conduce en ruta, deberá practicar por los proximos 2000 a 250 años
Esta 750, es de las ultimas Honda que utilizaron el sistema SOHC. Si bien son las F2, que ya venian con llantas de aleación ( en realidad solo el aro era de aleacion con rayos fjos de chapa remachados) , venían con doble disco macizo de freno delantero, de un solo piston por caliper, y disco de freno trasero. El escape 4 a 1 ( con un sonido realmente hermoso) y como lo indica las siglas del motor un solo arbol de levas a la cabeza.
Yo compre y aún no he empezado su restauracion una Honda CB 750 four, pero F1, del año 1976. Estas eran casi iguales de apariencia pero con llantas de rayos, monodisco delantero y campana trasera.
Alvaro, trajo su Honda Pacific Coast, 800. No es una moto santa de mi devoción, pero no desentonaba con el resto y su jinete- médico de profesión- a quien conocí en la ocasión, me pareció un tipo realmente de primera.
Marcelo, montó mi Yamaha Vmax, año 1994, versión americana de 147 CV ( la mas potente). Moto que le quita el sueño, y a quien presto gustoso, ya que lo conozco desde que eramos chicos buen y experimentado piloto y muy cuidadoso.
Yo escogí para la ocasión a mi fiel Kawasaki KZ 1300, año 1981, la cual tras su trabajo de carburación quedo dócil como caballo peruano de paso.
Salimos por la 9 con destino a San Pedro, tras cargar tanques en la Petrobras de Thames y Panamericana.
La Pacific Coast y la 1300 tienen tanque de sobra ( en mi caso para ir y volver), pero tanto la 750 como la Vmax, llegaban con el aliento, dependiendo de cuanto la enrosquen en el trayecto.
la idea era ir tranqui, 120 /130, pero no contabamos con la "prudencia de nuestro amigo Martin". Los 130 se fueron diluyendo en penosos 70/80, a los cuales nos amoldabamos con una sonrisa complice y muuuchas ganas de apretarle el acelerador a fondo.
En un determinado momento ( habriamos hecho menos de 100 Km, se para Martin, diciendonos que se le dormía la mano derecha. La vibración de la 750 es importante, y a mano descubierta con los mangos originales se hace sentir. Desde ya no al punto de no poder seguir, pero se ve que lo afectaba bastante.
Paramos un rato al margen de la ruta y le propuse que el siguiera en mi moto que yo manejaria la suya un tramo. Asi lo hicimos y me di el gusto de probar la 750. La moto viaja muy enroscada, casi 700 vueltas mas que la 1300 a igual velocidad, pero responde muy bien. la vibracion es importante pero para mi no al punto de que se torne molesta de andar. El sonido del 4 a 1 ( original) es divino, y la salida de la moto para ser SOHC es mas que respetable.
Desde ya puse la moto a los 130 km que todos deseabamos pero Martin, no se amoldó a la 1300, y tras esperarlo un rato en la banquina, volvimos a hacer el cambio y le dimos unos guantes que se ve lo ayudaron bastante con la vibracion de la F2.
Entre dimes y diretes llegamos a San Pedro con un día que si bien pronosticaba lluvia se transformo en un día caluroso y soleado.
La granja de Monica y Cesar nos recibio con un lugar muy apacible, con estacionamiento amplio y propio, y un restaurante bien decorado. El menu es fijo, cuesta 130 mangos por pera, sin bebidas.
Estaba totalmente lleno asi que la atención dejo bastante que desear. La comida respetable - nada del otro mundo-. Terminamos tarde como a las 15.30
Salimos hacia San Pedro ( casco de la ciudad), con un calor que arreciaba.
Cuando llegamos, un cartel indicaba que lVuelta de Obligado estaba a escasos 19 km, circunstancia que pudo con el afan historiador de Martin, que raudamente nos llevo al lugar historico donde las tropas de Rosas, al mando del general Mansilla, hicieron frente desde las barrancas del rio paraná a las fuerzas combinadas anglo francesas.
Debo reconocer que me gusto haber podido vivir el sitio que en frías lecciones de historia Argentina habia leido como una derrota heróica de las tropas confederadas contra la maquinaria bélica mas avanzada del mundo, en aquellos años de mitad del siglo XIX.
En la foto que sigue puede verse el recodo del Paraná donde con 700 mts de ancho, Thorn y Mansilla, ubicaron las balsas sobre las que cargaron las cadenas que impidieron a la flota invasora avanzar río arriba.
Terminada la lección de historia, os volvimos a San Pedro a tomar algo fresco y luego emprendimos el retorno
Nuevamente los 80/90 km/h, nos desataron la impaciencia, que se exacerbo al llegar al km 42, donde nos encontramos con el piquete que el lunes corto la Panamericana y sus colectoras.
Hasta cuando seguiremos soportando que las autoridades no hagan lo que tienen que hacer con quien sea que corte una ruta. No me interesa quien, no me interesa por que, no me importa si tienen mas razón que Dios, no me importa si no tienen otro medio para ser escuchados. NO SE PUEDE CORTAR UNA RUTA. Lo que paso el lunes en Panamericana fue algo de no creer, volvimos a la edad de piedra solo falto que violaran a las mujeres, pero lo que es afanos a cara descubierta, puteadas trompadas, blazos, todos contra todos UNA BARBARIDAD y los canas y gendarmes,parados sin hacer nada.
En fin tarde muy tarde llegamos a Buenos Aires, con ganas de repetir la experiencia pese a la realidad K que nos deparó el retorno a casa.
Billy