El día amaneció medio nublado, fresco pero agradable. Después de un buen desayuno, o bueno al menos para mí, no suelo comer demasiado a esa hora pero con algo hay que poner en marcha el organismo, considerando además que el almuerzo iba a ser escaso.
En una media hora estaba en camino, mi objetivo era llegar al Paraje de Las Bayas, distante unos 100 km, de los cuales el 90 % es camino de ripio.
Por precaución, llevaba atado sobre el asiento con una red un bidón de 5 Lt con nafta, apenas bajé al ripio me di cuenta del error, pensé que la cosa iba a resultar pero ese bidón lleno amenazaba con tumbarse ya que la red es un tanto elástica. Obligado a parar para ver cómo resolverlo, decidí probar de meterlo al top case, para mi grata sorpresa entró parado y quedo perfectamente acomodado entre las cosas que llevaba, además como es de buena calidad su cierre es muy hermético y no despide olor.
Ahora si estaba en viaje. Como todo camino había lugares en muy buen estado y otros con mucho serrucho, por lo que había que encontrar la línea ideal para evitarlo siempre que fuera posible.
A unos 20 km primer parada para ver la lagunas Los Juncos, reserva de vida silvestre, en esta época migran muchas aves a disfrutar de este lugar apto para alimentarse y procrear.
La laguna está al borde del camino y en proximidades de la estación de trenes Perito Moreno. En este lugar habitan unos pocos pobladores en casitas del ferrocarril hechas con durmientes.
El camino continua viboreando por pequeños valles, es el tramo más duro de la RP23, con bastantes piedras lo que hace que cueste bastante trabajo mantenerlo en buenas condiciones. Actualmente hay trabajos de consolidación del camino en varios tramos, mejorando en algunos sectores su traza a la espera del asfalto, debe hacer como 30 años que la "están por asfaltar", ahora por lo menos se ven maquinas trabajando.
Desde el camino se puede ver el puente del ferrocarril de gran longitud, sobre el rio Pichileufu, construido en los años 1930/40.
El primer pueblo de la llamada línea sur es Pilcaniyeu, de aproximadamente 1500 habitantes, la sequedad de la estepa no da lugar a que el lugar se caracterice por su verdor, donde los arboles luchan por mantenerse pese a las condiciones reinantes. Un paisaje típico, muy patagónico, lejos de la zona cordillerana de bosques y lagos.
Apenas pasado el pueblo se toma un camino hacia el sur que pasa por la puerta de la Estancia Pilcaniyeu, muy importante en la zona.
Este camino, que en sus comienzos fue una huella de carros, luego se convirtió en la ruta 40, la verdadera ruta, que hoy le queda el nombre de "ex ruta 40" ya que la actual lleva su traza más cercana a la cordillera, sobre asfalto y por los lugares más importantes turísticamente.
A unos pocos km, pasada la Estancia, un arreo de ovejas me corta el camino, según lo que me comenta el capataz, esperan juntar una 3000 cabezas.
EL hombre estaba descansando en un pequeño cañadón que le servía de reparo mientras su caballo pastaba muy cerca de él. En otras épocas se han hecho arreos de hasta 8000 ovejas, me cuenta, pero la sequía y las cenizas que cubren los campos han diezmado su población. Estas son llevadas hasta los galpones de esquila de la estancia, donde le sacaran su "abrigo".
Más adelante, los paisajes circundantes son cautivantes, las variadas formaciones rocosas atraen la mirada e invitan a detenerse y disfrutar de la vista, amplios valles, cañadones y arroyos se divisan hacia todos lados.
También en la estepa hay flores, muy pequeñas, pero muy lindas, parece increíble que se abran paso a través de las piedras y logren florecer, pero la naturaleza despliega su belleza aún en estas condiciones tan limitantes.
Lo que antiguamente fue una huella, transitada en otras épocas por carruajes de todo tipo, principalmente de tracción a sangre, bueyes y caballos tiraban de ellos, haciendo lenta su marcha, lo que obligaba a detenerse periódicamente a descansar, animales y hombres. Esto se hacía principalmente en sitios donde se podía inclusive comerciar algunas cosas, harina, alcohol, tabaco, yerba, ropa, lana, etc. Los "boliches" a lo largo de la ruta eran los lugares indicados, como este, el paraje Reihuao, hoy un puesto de estancia. Su construcción sobre el camino delata sus orígenes.
El kilometraje indicado en el cartel esta dado en que originalmente la RN40 tenía su km 0 en la ciudad de Mendoza, y de ahí se dividía en "40 norte" y "40 sur", hoy el km 0 está en Cabo Vírgenes, Pcia. de Santa Cruz.
El paraje Las Bayas es un puñado de casas al costado del camino, con unos pocos pobladores, la suerte y alguna decisión acertada de algún funcionario, quiso que hasta aquí llegara una línea de electricidad, lo que hace un poco mas fácil la vida en la austeridad del lugar.
Al momento de llegar, solo el ruido del motor de mi moto rompía el silencio del lugar, al detenerme todo volvió a su aparente quietud y normalidad.
A partir de aquí se puede cruzar el escorial de Chenqueniyén y continuar al sur hacia Ñorquincó y EL Maitén. En esta oportunidad, luego de conversar un rato con Don Eulogio, y ponerle un poquito de entretenimiento a su tarde, comienzo a desandar el camino.
En los momentos que detengo la moto, la soledad y vastedad del entorno transmite una especie de sensación hipnótica, subyugante, genera una especie de comunión entre el hombre y el medio, aquieta los sentidos, solo se escucha apenas el rumor del suave viento pasando entre los pastos, uno se siente minúsculo, y quizás hasta desprotegido ante tanta inmensidad, pero ahí estoy, disfrutando con toda el alma.
Hasta la próxima!