Este viaje era una experiencia que tenía pendiente desde hace mucho tiempo. Ya desde la época en la que buscaba comprar mi primera moto me imaginaba recorriendo caminos por el Sur Argentino.
Siempre creí que hacerlo solo no era lo más conveniente, y dado que se me hacía muy difícil coordinar con otros motociclistas, el tiempo iba pasando y el viaje se veía como algo lejano y sin fecha aparente.
Tomé la decisión de encarar este viaje cuando un primo me propuso hacerlo juntos. Para ese entonces ambos teníamos novia, por lo que habíamos pensado en viajar solos y que las chicas fueran en otro medio de transporte hasta el lugar donde nos encontraríamos para empezar la recorrida. La moto de mi primo era una CBX250 Twister y la mía una Suzuki GS500. Finalmente mi compañero de ruta debió suspender el viaje por compromisos laborales, pero la decisión estaba tomada. Agustina y yo haríamos el viaje igual.
Para mí era muy importante viajar con una moto adecuada para encarar los caminos de ripio que se pueden encontrar en el sur de nuestro país, por esto es que decidí que no iba a ir con la Suzuki aunque fuera ideal para el recorrido asfaltico, por su confort, potencia, autonomía. Una de las premisas era recorrer lugares a los que solo se accede por ripio.
Elección de la moto:
La moto para este viaje debía ser confiable, adecuada para las incursiones off-road, cómoda y fácil de reparar en caso de problemas. Además esta debía ser acorde a mi experiencia de manejo y estar a mi alcance económicamente hablando.
La moto elegida fue: Honda XR250 Tornado.
El Recorrido:
Una vez elegida la moto quedaba planificar el viaje, la ruta y los diferentes lugares donde pararíamos. El plan consistía en llegar a Junín de los Andes (Neuquén) y recorrer hasta Trevelín (Chubut) y de ahí volver a Bariloche como última escala antes de empezar el regreso a Buenos Aires.
La elección de la ruta se hizo en base al estudio de mapas, experiencias de otros viajeros, quienes ya habían recorrido estos lugares y aportaron conocimiento sobre las rutas y estaciones de servicio. Esto último fue muy importante ya que el punto débil de la Tornado es la autonomía.
El equipamiento de la moto y la carga:
Como viajaríamos 2 personas nos parecía importante que la carga estuviera firmemente acomodada. Por lo tanto se mandaron a fabricar unos soportes para las alforjas y un portaequipajes robusto que soporte las vibraciones que se generan al circular por caminos de ripio.
La mayoría de las cosas se colocaron en las alforjas, y lo mínimo en el portaequipajes, de manera de no elevar el centro de gravedad del conjunto moto, pasajero y piloto.
Se le colocó líquido anti pinchaduras en ambas ruedas y se instaló un parabrisas. Llevamos una cámara de repuesto y lámparas delantera y trasera por las dudas. Por supuesto que llevamos aerosol lubricante para cadenas y aerosol repara pinchaduras. Y para el cruce del desierto un bidón apto para nafta por si no se complicaba encontrar combustible.
El viaje:
Salí de Capital Federal el sábado 30 de Enero a las 9 de la mañana, tres horas más tarde de lo previsto ya que amaneció lloviznando. Ese día debía recorrer toda la Ruta 5 hasta llegar a Santa rosa. Las paradas programadas para reabastecer nafta fueron Chivilcoy, 9 de Julio, y Trenquelauquen, pero tuve que hacer una parada de emergencia en Carlos Casares, ya que después de pasar 9 de Julio me agarró una lluvia que me mojó hasta las medias (aunque llevaba botas). Finalmente llegue a Santa Rosa a eso de las 6 de la tarde. Me repuse con una siestita y después de cargar nafta, lubricar la cadena y controlar la presión de los neumáticos fui a comer.
El domingo (día 2) salí temprano camino a General Acha, donde complete el tanque de nafta y llene el bidón. En esta etapa el paisaje era diferente al del día anterior, ya se notaba más árido que el camino recorrido el día anterior. Seguí hasta Chacharramendi, donde volví a llenar el tanque y tomé la R20 Conquista del Desierto.
En el Desierto hay una estación de servicio en un pueblo llamado La Reforma, a veces hay nafta y a veces no. En esta oportunidad pude llenar el tanque y seguir viaje hasta Colonia 25 de Mayo, donde volví a llenar el tanque (usando la nafta del bidón).
El cruce del desierto fue una experiencia en sí misma. Fueron 180Km de ruta prácticamente recta, en la cual el paisaje no cambia nunca y casi no me crucé con otros vehículos. Fue como si el desierto intentara aburrirme y adormecerme con su monotonía. En un momento tuve que bajar de la moto para despabilarme, caminé unos pasos y saque unas fotos. El camino parecía no terminar nunca, hasta que un cartel indicando su final me sorprendió en el medio de la nada.
Llegué temprano a Cipolletti, aproveché para buscar alojamiento en el Motel de Automóvil Club Argentino, recorrer un poco la ciudad y encontrarme a comer algo con un amigo, Guillermo de apodo El Alemán.
El lunes (día 3) temprano a la mañana atravesé Neuquén y seguí camino por la R22 hasta el cruce con la 237 para luego tomar esta última. La parte más linda del viaje comenzó en Villa el Chocón. Se empiezan a ver los embalses y empiezan las curvas y contra curvas. Luego seguí viaje pasando por Piedra del Águila hasta el cruce con la R40 donde la tomé hacia Junín de los Andes.
En este tramo el paisaje era otro. A mi izquierda estaba el rio Limay y a mi derecha se empezaban a ver arbolas en toda la gama de verdes. Luego de un rato de recorrer este tramo de la ruta se empieza a ver el Volcán Lanin en el horizonte.
Llegué a Junín de los Andes a las 14 horas, donde nos encontramos con Agustina. El GPS marcaba casi 20 horas arriba de la moto y 1587 Km. Estaba muy cansado, tanto que ni siquiera salimos a comer. Me fui directamente a dormir una siesta!!!!
A día siguiente (día 4) hicimos el recorrido hasta el Lago Huechulafquen en el Parque Nacional Lanin. Fueron cerca de 100Km de ripio entre ida y vuelta. Mi primera experiencia en el ripio fue muy positiva. La moto se comportó perfectamente bien!!!! Este fue el primer día recorriendo los lugares previstos, pero el último día de sol. Después de todo el recorrido nos fuimos para San Martín de los Andes.
A pocos Km de San Martin de los Andes se veía el cielo negro, y la lluvia no tardó en llegar.
Como al día siguiente (día 5) la lluvia no paraba decidimos quedarnos recorriendo un poco la ciudad, a pié ya que había humedad al 100%.
Después de un día sin andar en moto decidimos subirnos nuevamente (día 6), aunque estaba completamente nublado, y la amenaza de lluvia era constante. Y si, a los 15 minutos de salir empezó la lluvia otra vez.
Tomamos la ruta que bordea al Lago Lacar, con subidas, curvas y contra curvas, para luego recorrer el camino de los 7 Lagos. Esta vez, a pesar de la lluvia, el ripio fue mucho más sencillo que el que habíamos recorrido para ir al Lago Huechulafquen. Dadas las condiciones climáticas decidimos suspender el paso por Villa Traful, siguiendo viaje hasta Villa La Angostura. El camino no se disfrutó como se debiera, lo recorrimos sin parar a sacar fotos.
En la mañana del séptimo día recorrimos los pocos Km que separan a Villa La Angostura de Bariloche. Este camino de impecable asfalto fue uno de los más lindos que recorrimos en todo el viaje, es una excelente combinación de bosque y lago atravesado por la cinta asfáltica llena de curvas!!!!
La llegada a Bariloche fue muy buena, aunque la ruta de entrada tiene mucho tránsito, al igual que toda la ciudad, incluyendo la avenida Bustillo, donde todos los autos van a altas velocidades haciendo que sea un verdadero peligro, ya que casi no hay banquinas.
Después de pasar 2 noches y un día entero (día
en Bariloche, la mañana del noveno día partimos rumbo al Sur. Antes de tomar la Ruta 40 recorrimos el Circuito Chico, el cual nos gustó, pero tiene muchísimo tránsito que sumado al piso húmedo por la llovizna obligaba a ser muy cauteloso. Cerca del mediodía encaramos al sur por la R40 con destino Lago Puelo, Chubut. El camino es asfaltado y muy lindo para recorrer en moto, pero el día que nos había tocado no era el mejor. La lluvia, el frío y el viento nos acompañaron casi todo el camino hasta el Bolsón. En la parte más alta del camino el frío se hizo sentir. Después de una parada a comer algo en El Joyel llegamos al Bolsón, donde cargamos nafta. Pasamos rápidamente el centro y nos fuimos hasta Lago Puelo a escasos 19 Km de distancia. Conseguimos alojamiento, bajamos el equipaje y nos fuimos a dar una vuelta al Parque Nacional del mismo nombre. Como había sido un día bastante sacrificado a causa del frio y la llovizna nos fuimos a la mejor parrilla que encontramos, Gandalf, que dicho sea de paso el altamente recomendable.Al día siguiente (día 10) continuamos viajando hacia el Sur por la R40 hasta el desvío hacia Cholila. En ese punto empezó el ripio nuevamente. El ripio alternaba entre piedra suelta y serrucho. En un momento el serrucho fue tan molesto que preferimos seguir por la banquina. Poco a poco el camino se ponía cada vez mejor y más interesante. Los paisajes siguieron cambiando permanentemente haciendo que cada tramo del día fuera una novedad. Del ripio pasamos a la tierra, de las rectas pasamos a las curvas y subidas. Pasando por Cholila y Villa Lago Rivadavia llegamos al Parque Nacional Los Alerces. Este tramo de ripio del parque es comparable al ripio del camino de los Siete Lagos, pero con la ventaja que el transito era mucho menor haciendo que recorrerlo fuera un verdadero placer.
Pasadas las 14 horas paramos parara comer sentados sobre unas rocas al lado de un arroyo de agua transparente. También aprovechamos para caminar por la pasarela del Río Arrayanes, pero lamentablemente el mal tiempo hacía que todo se viera en una escala de grises.
Seguimos recorriendo el Parque Nacional hasta su salida, donde el paisaje volvería a cambiar. En este caso de bosques y lagos a campos de pastos altos peinados por el viento, parecía que estuviésemos dentro de algún cuadro. Finalmente llegamos a Trevelín, pueblo de origen galés cuyo significado es Tierra de Molinos. Después de conseguir alojamiento hicimos fuimos a Naim Maggie, una casa de té galés, donde probamos una variedad de tortas y dulces caseros.
El día 11 empezábamos nuestro camino de vuelta hacia el Norte, pero antes de irnos de Trevelin teníamos 2 opciones para visitar: El Complejo Hidroeléctrico Futaleufú o las cascadas Nant y Fall. Finalmente nos decidimos por la presa. A pesar que el tiempo en Trevelín era bueno, el viento y la lluvia nos esperaban una vez más en Futaleufu. Después de una breve recorrida nos fuimos hacia El Maitén, pasando por Esquel donde paramos a conocer al famoso Expreso Patagónico también conocido como “La Trochita”.
El recorrido por la R40 desde Esquel hasta el cruce con la Ruta 70 que nos llevaría hasta el Maitén fue tortuoso debido al viento helado proveniente del Oeste, que en combinación con subidas y curvas hizo de este tramo una verdadera tortura. Este fue el único tramo en que la potencia de la Tornado resultó escasa. Una vez que tomamos la R70 las condiciones cambiaron, el viento ya no era tan fuerte y recorríamos la llanura en armonía con el paisaje.
El Maitén fue fundado para dar soporte al Expreso Patagónico, tal es así que allí se encuentran los talleres donde se reparan las locomotoras que actualmente están en funcionamiento. Son dos los tramos turísticos que se pueden hacer a bordo del tren. El recorrido que sale desde Esquel y el que sale desde El Maitén.
La mañana del día 12 nos volvimos hacia Bariloche, donde aprovechamos para comprar algunos chocolates, y visitar a un primo mío. Era mi último día con Agustina, mi novia y compañera de viaje, ya que al día siguiente ella partió hacia Buenos Aires en colectivo y yo emprendí la vuelta haciendo el mismo recorrido que a la ida, haciendo escalas en Cipolletti y Santa Rosa, llegando a Buenos Aires al mediodía del sábado 13 de Febrero (día 15). Fueron aproximadamente 4500 Km de viaje de los cuales 400Km fueron de ripio. 1300 Km los recorrimos junto a Agustina y 3200 los hice viajando solo. La moto consumió un total de 200 litros de nafta (promedio de 22.73 Km/L), viajando a un promedio de 71 Km/h siendo aproximadamente un total de 63 Horas sobre la moto en movimiento.
Por último quisiera agradecer a todos aquellos que me apoyaron y aportaron consejos de todo tipo. Pero sobre todo a Agustina quien me acompaño en la parte más importante del viaje.
