"84 Horas de Nürburgring: Misión Argentina"

Historia de motos y de pilotos que trascendieron sus tiempos... Articulos para leer sin apuro.

Re: "84 Horas de Nürburgring: Misión Argentina"

Notapor Christian 380W el Mar Dic 28, 2010 11:03 pm desde Capital Federal, Argentina

CAPÍTULO XXI

Nürburgring, cuando caía la tarde del Viernes 22 de Agosto de 1969.


¿QUIÉN DIJO MIEDO?
por MIGUEL ANGEL MERLO


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La tarde golpeaba la rabia de un aguacero interminable. Era el tercer día en que la zona de Adenau, Alemania Occidental, recibía el castigo de una lluvia que, al decir de la gente, no se registraba igual en treinta años. Viernes a la tarde, viernes 22 de agosto de 1969. Por una resolución policial se había notificado a las autoridades de la prueba que el honorable vecindario de Adenau, de acuerdo con los edictos que vedan los ruidos molestos, no estaba dispuesto a tolerar una noche más, mortificada por los caños de escape de los automóviles que se movían dentro del anillo de Nürburgring, al lado de la montaña del Eifel. A la hora tope de las 18, varios automóviles debían afrontar una operación heroica. El Lancia sobreviviente del equipo oficial italiano, un Mazda con motor rotativo Wankel elaborado en Japón, algún B.M.W. que por allí estaba en desacuerdo con sus hermanos de marca y trepidaba por los tubos de salida de gases, y finalmente, el automóvil argentino. El automóvil grande, número 3, blanco, con una sola escarapela azul y blanca y una inscripción que decía su limpia intención: INDUSTRIA ARGENTINA. Entonces, y a plena lluvia, se produce la detención inicial de los castigados. El Lancia fue el primero en abordar la operación de cambio del caño de escape. Los automóviles del equipo oficial italiano, así como los del argentino, eran tripulados por tres hombres que se relevaban de acuerdo con sus necesidades y conveniencias. Uno de los tripulantes del Lancia era el inglés Tony Fall, 29 años, casado, dos hijos, muy accesible y altamente simpático. Un hombre que me llamó la atención porque al preguntarle si pensaba visitar Buenos Aires, sacó papel y lápiz, dibujó con una perfección increíble el mapa de América del Sud y sobre él estableció las distintas escalas que le iban a permitir pasar en vuelo por la Argentina, pero lamentablemente, dijo, y no por cortesía, “no podré detenerme en esta oportunidad”. Este mismo Tony Fall hizo después pareja con el sueco Günnar Palm y con él acaba de imponerse en la carrera de cordillera más importante que tiene el Perú, batiendo todos los récords en el llamado “Camino del Inca”. La operación sobre los Lancia consistió en hacer cuatro detenciones consecutivas, considerando que cada una de las vueltas debía realizarse, luego, en no más de quince minutos. Ello le permitiría al piloto mantenerse detenido por espacio de hasta ocho minutos para efectuar las reposiciones necesarias. En las cuatro detenciones, Tony Fall hizo lo siguiente: cambió la tubería de escape, que estaba en infracción por exceso de ruido, sustituyó las pastillas de freno e hizo el recambio total del rodado. Vale decir que cumplió, en una zona no penalizada, mucho más de lo que harían los argentinos, pero en la vereda de enfrente. El genial inglés Tony Fall, fogoneado en Montecarlo, en el Rally de los mil Lagos, en Los Tulipanes, en la Copa de los Alpes, demostró qué tipo de profesional es que se necesita para esta clase de pruebas. Ya he dicho que el piloto acrobático, el virtuoso del manejo, por esa sola condición no basta para cuando se trata de realizar pruebas de resistencia, y este señor nos da perfectamente la razón. A su vez, la operación argentina se realizó “a la criolla” en la zona penalizada, frente al box y con el máximo de desconfianza. Prefiero no agrandar la realidad y no ser el fabricante de los mitos, porque los mitos se devora luego a la verdad. Y cuando la verdad muere ya no es posible reconstruir lo auténtico. El operativo ordenado por Oreste Berta lo jugó a costillas de todos sus efectivos: no hubo alarde de riqueza, ni un despliegue de confianza. Como el reglamento permitía la utilización de dos mecánicos por coche, Oreste Berta dispuso que fueran José Diez y Gelmino Giacone, los dos asistentes que realizaron la operación. A Pepe Diez se le encomendó el trabajo de arriba. Giacone, más menudo, se arrastró como una lagartija dejándose arañar la cara por el piso. Era todo aquello verdaderamente dramático. Llovía torrencialmente, pero la operación fue realizada con claridad y limpieza. En el cambio de los caños de escape, desde su origen hasta su terminación, se emplearon nueve minutos y ocho segundos. Fue así que el coche quedó penalizado en diez vueltas perdidas sobre las que efectivamente llevaba corridas. Lo gracioso aquí es el reglamento: yo diría que está entre gracioso y absurdo, aunque con todo respeto recordemos que el reglamento era igual para todos los concursantes. Que le haya tocado al Torino Nº 3 es harina de otro costal. Si dejo perfectamente aclarado que el equipo argentino no hizo alarde de lujo, y, por el contrario, abordó la obligación de cambiar los caños de escape con abnegación, entiendo que ese cumplimiento se hizo siguiendo normas muy claras y estudiadas. En ningún momento se advirtió desorden, y sí la desconfianza natural que causa el no sentirse muy cómodo para realizar una operación bastante inesperada. Pasada la tarde me tonifiqué pensando que pierde el que se desalienta. Borré de mi repertorio la palabra fracaso. Por eso, aquel viernes 22 de agosto a las 21, cumplida mi cuota de 4.000 palabras diarias, por Telex, para el diario “La Razón”, me sentí guerrero. Sobre todo cuando entré en el salón de las sillas rojas, que era en el que después de la media noche se permitiría comer algún bocado en el Sport Hotel Tribüne, en el Nürburgring. Allí fue donde encontré un puñado de argentinos, cabizbajos. Recuerdo las caras de Miguel Angel Barrau, Oscar Gañete Blasco, Adolfo Donati, el núcleo periodístico inseparable de Parga con Oneto; un poco más lejos Adolfo Imas y Eduardo Forte, y, en ese momento con absoluta sinceridad supuse, creí, que no estábamos derrotados. Y no lo estaríamos en cuando no quisiéramos caer vencidos. Porque ya había demostrado que el auto argentino que era capaz de soportar un esfuerzo como el de las 84 horas, que consiste en rodar ininterrumpidamente tres días y medio. Y al mismo tiempo, no solamente me aferré a la idea de que no íbamos aprender, que íbamos a estar en el lote de los que llegaban, que era igual a triunfar, sino que me dije más: “si hubiéramos contado con un automóvil más en la pista, nosotros no perdíamos las 84 horas de Nürburgring”. Digo otro automóvil acompañando al Nº 3 porque no se me escapa de la vista la forma un tanto ridícula en que los otros dos coches se han quedado. Uno por exceso de agua debajo de las ruedas y el otro por escasez de electricidad que le permitiera iluminarse en la noche. Por eso dije que de ninguna manera nosotros podíamos perder. Y no hemos perdido, al cumplir un papel honorable, sobre todo muy bien fundamentado sobre un grupo humano que demostró tener lo más grande que se puede pedir: Lealtad.

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Christian 380W
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Re: "84 Horas de Nürburgring: Misión Argentina"

Notapor Christian 380W el Vie Ene 07, 2011 11:55 pm desde Capital Federal, Argentina

CAPÍTULO XXII

Nürburgring, Viernes 22 de Agosto, en la habitación del hotel, a las 22:30hs.


HIPNOSIS, FATIGA, VÉRTIGO
por el doctor LINO DE LAS HERAS

¿Cómo he podido desparramar tantas cosas en tan poco tiempo? Paseé la mirada por la habitación del hotel... ¡Qué lindo revoltijo...! Había dado instrucciones que... ¡por favor! al arreglar mi habitación, la mucama no tocara nada, no moviera nada de su lugar. Me dispuse a ordenarlo y ordenarme.
Anotaciones, planillas, registros, medicamentos. Ese habías sido mi mundo durante menos tiempo del que me parecía y constituía, además de una obligación aceptada con orgullo, una experiencia de profunda significación profesional.
Soy médico y mi especialidad es la medicina del deporte. La reflexión me hizo un poco de gracia, ya que, aún sin alejarme demasiado de mi función específica, pude haber pasado a los ojos de algún observador incauto como un ayudante de cocina o “gaucho” experto en asados.
El decir que “junto mis notas” puede ser una curiosa paradoja. La verdad es que las desparramo frente a mí. Quiero observar. Confrontar. Estoy seguro y, sin embargo, dudo. Mi función está en la ciencia, pero soy humano. Y son hombres en desgaste, en tensión, en el resultado de un trabajo, cuya exigencia psicofísica es inmensa, los que me preocupan. Estamos en el umbral de la última noche de la Maratón de la Ruta. Es, también, la cuarta noche consecutiva en la que el sueño es un amigo esquivo o un imposible compañero en un trabajo que no lo admite. Es por eso que, aún estando seguro, dudo. Porque la responsabilidad es de todos. Y muy grande. Porque dentro de esa responsabilidad también está la mía.
Soy el médico de la Misión Argentina. Suena bien y sabe bien... ¡Dios mío... que salga bien!
Pienso que Bordeu, quien me propuso para ocupar este cargo, es el único ausente. Claro que soy amigo de todos y los conocía... ¡los he revisado tantas veces en el consultorio del ACA...! Sin embargo, de todos los amigos que me propusieron y aceptaron como uno más de ellos, esta noche esto más cerca del que está más lejos.
¡Qué lejos está el comienzo del viaje! ¡!Qué lejos las revisiones previas, los primeros consejos, las normas iniciales. ¡Qué lejos el pánico de Eduardo Rodríguez Canedo! Fue mi primer enfermo. Lo atendí a bordo del Boeing 707 de Aerolíneas Argentinas. Puedo aseverar, como facultativo, que Canedo no tenía absolutamente ningún placer en volar... Tuve que medicarlo y los resultados saltaron a la vista en su retorno a la normalidad. El “Chino” volvió a regar de buen humor al grupo. Y cuando digo “grupo”, también quiero decir “unión”.
No desperdicié las horas de viaje. Logré iniciar el estudio psicológico de los muchachos, lo que dio base para otras consideraciones, además de la que antecede. Luego llegó el trabajo. Las dietas cumplieron su función. También los medicamentos. A estos los suspendí 5 días antes de iniciarse la prueba y tampoco mediqué durante las primeras 48 horas de carrera... ¡Lo que me costó trabajo fue entenderme con el doctor Schwartz...! Fue un honor conocer a ese prestigioso colega, también dedicado a la medicina del deporte. Su inquietud coincidía con la nuestra y se admiró de la previsión de nuestro equipo, actitud de la que desconocía precedentes. Me he dado cuenta de que, por algún minuto, he clavado la vista en la brasa del cigarrillo que reposa en el cenicero... ¿Cansancio? Quizá... ¿Preocupación? Seguro. La hipnosis es una enemiga. La fatiga es su aliada y, además, el vértigo puede hacerse presente en cualquier instante. Son mis tres enemigos. También los enemigos de mis muchachos. A 24 horas de la finalización de la carrera, suman un peso a los riesgos que aún debe afrontar la Misión Argentina.
Los ojos fijos en la ruta, en la noche, los haces de los faros como imanes, lo monocorde del sonido que acompaña, la tensión que no decrece... ¡la hipnosis! Hay que evitarla, combatirla.
La fatiga, de hacerse presente, es su gran colaboradora. Pero los pilotos descansan... ¿cuánto descansan? Es difícil, para mí, saberlo. Retirarse a una habitación es una cosa, conciliar el sueño, otra bien distinta. Pero no he bajado la guardia. Podemos combatir la fatiga, y la enfrento con buenas armas.
Luego, el vértigo. Puede parecer mentira, pero una persona no sólo se marea por enfermedad o por viajar en un barco, o por volar. Puede también marearse en un circuito, al competir en él. Nürburgring presenta mayor proporción de curvas hacia la derecha que hacia la izquierda. El sentido del equilibrio puede verse afectado, gradualmente, sin mostrar su peligro hasta que la evidencia es mutua.
Hipnosis. Fatiga. Vértigo. Proteínas desgrasadas, hidratos de carbono, cacao, vitaminas. Desfatigantes. Y entrenamiento. ¡Pocos se dan cuenta de la importancia del entrenamiento...! Pongo en orden mis papeles y, como si fuera un contador, hago mi balance de sumas y saldos. Creo poder estar tranquilo. Pero... ¿lo estoy? Me lleno los bolsillos de lo que me hará falta durante la última noche de carrera. Mi puesto estará en el lugar lógico: los boxes. Me abrigo y me dispongo a salir. Una ojeada final a la habitación. Cuando regrese a ella, todo podrá traducirse en un resultado. Siento que la fe crece. No debo tener dudas. Esta misión tiene grandes pilotos para un gran auto.

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Re: "84 Horas de Nürburgring: Misión Argentina"

Notapor claudiojulian el Sab Ene 08, 2011 5:33 pm desde Baradero, Buenos Aires, Argentina

Gracias christian muy bueno ::ap ::ap
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Re: "84 Horas de Nürburgring: Misión Argentina"

Notapor Christian 380W el Lun Ene 17, 2011 1:35 am desde Capital Federal, Argentina

CAPÍTULO XXIII

En mi domicilio, durante la noche del Viernes al Sábado 23 de Agosto.


¡QUÉ EXTRAORDINARIOS PILOTOS SON LOS ARGENTINOS!
por JAMES McCLOUD

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—No hay ninguna duda, muchachos, que el Torino es un gran auto... ¡Y qué pilotos extraordinarios son los argentinos! Miren: yo creo que el TC ha tenido mucho que ver para lograr esta categoría de pilotos, capaces de andar en el Nürburgring igual o mejor que los especialistas europeos...
Me rodean mis hijos, en el living room de nuestro hogar, que entre la radio permanentemente encendida, las planillas de clasificación y los cálculos de pronósticos, se había convertido en algo así como una lejana pero nerviosa central de operaciones.
—Jimmy.. —le dije al más pequeño, que sólo tiene siete años— creo que es hora de ir a la cama.
Protestó más que siempre y esta vez cedí en un detalle. Le permití que se acostara en mi dormitorio, desde donde podía escuchar mejor la transmisión, en lugar de hacerlo en el suyo, más alejado.
Kimbell, Marcos y Kelly, mis otros tres hijos, estaban dispuestos a seguir en pie, a no perder ni una sola de las alternativas de la última noche de carrera. Aprovechando las vacaciones, ya que cursan sus estudios en los Estados Unidos —Kimbell en la Universidad de Stanford, y Marcos y Kelly en un instituto preparatorio para la Universidad— habían venido a Buenos Aires. Los tres son muy entusiastas de las carreras de automóviles, pero Kimbell, que tiene un Torino en los Estados Unidos, estaba aún más excitado.
Nos preparamos para una larga vigilia. La verdad es que esta no sería la primera vea que una hazaña del Torino me tuviera en pie toda la noche. Y uno de los protagonistas de aquella primera demostración de virtudes estaba, ahora, en Nürburgring. Lo acababa de escuchar en sus impresiones de la carrera y recordé, de inmediato, aquella otra hazaña: la del “Chasqui Argentino”, cuando Miguel Angel Barrau y Arturo Castro Almeyra unieron Río Gallegos con San Salvador de Jujuy sin etapas, en menos de 36 horas, con ruta abierta. También esa vez me pasé en pié toda la noche... ¿Cómo no iba a hacerlo ahora, cuando el Torino estaba demostrando, frente a las mejores marcas del mundo, su clase internacional?
Recuerdo que cuando Fangio me vino a hablar y conversamos largo sobre la idea de la Misión Argentina yo pensé, en ese momento que Juan Manuel era como un moderno Don Quijote, que estaba buscando molinos de viento contra los que pelear. Pero a medida que se fue avanzando con la idea, en la que Fangio me invitó a participar, y analizamos las características del auto, los tiempos comparativos que conocíamos de otras marcas en ese circuito, y teniendo en cuenta que eran 84 horas de carrera, y la rigidez y la fuerza de los Torinos, entonces pensamos que teníamos una buena posibilidad en la Marathon de la Route.
—¡JIMMY...! Get back to bed... Desde la cama puedes escuchar perfectamente la radio… Oye, Kelly.. ¿a qué tiempo estamos del Mazda, del Nº 29...?
—A tres vueltas. Algo así como 42 minutos...
—Si el Torino mantiene este ritmo, lo vamos a alcanzar...
Podría haber asegurado que el motor no tendría ningún problema. No sabía bien hasta donde había llegado el trabajo que el ingeniero Leeper realizara en la fábrica, pero sí que la prueba de rutina de esos motores se hace a 5.500 rpm, durante 100 horas. Y ahora están girando en la mayor parte del circuito, según dijo Eduardo, entre 4.400 y 4.600 rpm.
—¿Quiénes conducen ese auto? —preguntó Marcos.
—Copello, Larry y Cacho Franco —le respondí—.
—¡Qué lástima los otros!
—¡Hey, Dad...! ¿What do you think que hubiera pasado si el auto de Eduardo no se le rompe el escape y los autos Nº 1 y 2 no se van de pista?
—Bueno... —respondí a Kimbell— yo creo que... mirá, creo que... ¡hubiéramos terminado uno, dos y tres! Creo que sí. Sin importar el tiempo feo y la lluvia, que perjudica a los autos de mayor peso, como el Torino.
Avanzó la hora. Era ya algo así como la medianoche nos anunció que el Torino Nº 3 entraba en la misma vuelta que el Mazda. De allí en adelante ya estuve seguro de que lo superaríamos y que, al monos finalizaríamos cuartos.
Marcos y Kelly comenzaron a hacer números y cálculos para ver si sería posible, ganar, también el tercer puesto.
—¡Si se deciden a buscarlo es posible!— nos informó Marcos. Yo pensé que la responsabilidad era muy grande para Fangio y para Berta, teniendo un solo auto en carrera. Pensé también qué hubiera hecho yo en esa eventualidad. ¿Hubiera ordenado “tirar” al Torino, ir a buscar al Triumph, o quizá...?
Y otra vez Jimmy, parado en la puerta, con sus ojos cargados de sueño y en pijama...
¡Qué chico éste! Además, es hincha del TC... Así se fue, en mi hogar, la última noche en que se disputaba la Marathon de la Route 1969. En familia, pegados a la radio, atendiendo cada novedad, calculando, seguros en nuestra esperanza.
Digo sólo una verdad al afirmar que muchas cosas pasaron por mi mente esa noche. Desde la primera carrera de TC, en San Pedro, en que nació el nombre del Torino a la fama, hasta los comentarios del hijo de Feisal, el rey de Arabia Saudita, cuando probó, en los Estados Unidos, el Torino de Kimbell. Así pasó la noche, y cuando la mañana fue la nueva compañera de nuestra vigilia, y contamos cada segundo de la última vuelta que Cacho Franco y el Torino Nº 3 realizaron al circuito de Nürburgring, supimos, entonces, que —lo necesitara o no— el Torino ya tenía nivel internacional.
La campanilla del teléfono cubrió, en parte la emocionada voz de los relatores. Acabábamos de finalizar la carrera. Creo que fue Kimbell quien me alargó el tubo...
—For you, Dad...
—!Hello…!
—!Aló...! ¿Mister McCloud...?
—Si.. ¿quién es? Ohh.. Gracias... Muy amable Monsieur Lavaud... Igualmente.

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Christian 380W
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Re: "84 Horas de Nürburgring: Misión Argentina"

Notapor RomeoCharlie el Lun Ene 17, 2011 8:14 am desde Villa Carlos Paz, Cordoba, Argentina

Gracias Christian !!!!!!!!!!!!!!!!!! ::em ::em ::em ::em ::em ::em ::em ::em ::em ::em ::em ::em ::em
TODOS LOS APURADOS ESTAN EN EL CEMENTERIO
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RomeoCharlie
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Re: "84 Horas de Nürburgring: Misión Argentina"

Notapor Christian 380W el Mar Ene 25, 2011 1:52 am desde Capital Federal, Argentina

CAPÍTULO XXIV

En el circuito del Nürburgring, a las 12.48 horas del Sábado 22 de Agosto.


Y ESE CIRCUITO FUE EL MÁS LARGO DE LAS 84 HORAS... ¡EL MÁS LARGO DEL MUNDO!
por OSCAR MAURICIO FRANCO

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Había recibido la señal de “NAFTA”. Para mis adentros no pude menos que sonreírme de la previsión. Todos los cálculos previos otorgaban al auto autonomía suficiente como para finalizar la carrera. Sin embargo, la orden de boxes, la orden de Fangio y Berta fue “NAFTA”. Cubrirse. Nada debía quedar librado al azar, que no fuera el azar mismo. Pero, sin embargo, quizá debido a la natural excitación que marcaba la vecindad del fin de la competencia, cuando me acerqué a la zona de abastecimientos la encontré... ¡desierta ¡No había nadie...! Volví a reír, esta vez de adentro hacia fuera, y di otra vuelta al circuito al ritmo impuesto por la dirección del equipo. Esta vez, sí, al acercarme a reaprovisionamientos, me esperaban. Con Carlos Lobbosco intercambié algunas impresiones, las últimas antes de la finalización de la carrera. Cuando me reintegré al circuito lo hice velozmente, aunque dentro de la prudencia que las circunstancias aconsejaban. La intención era completar el circuito antes de que el reloj marcara las 13.00 horas; de esta forma, cruzando la raya antes de esa hora, tendría oportunidad de completar un giro más y así, llevar el Torino al galardón de haber sido el automóvil que más vueltas reales cumpliera durante las 84 horas.
Me fui controlando con mi reloj, al que previamente había sincronizado con la hora oficial de la competencia. Paseé el control, justo, a las 12.48 horas. Faltaban dos minutos. Comenzó, entonces, la que fuera la última vuelta del Torino Nº 3 al circuito de Nürburgring. La inicié tranquilo. La primer parte del circuito, el que nosotros denominábamos “el circuito chico” y que es la que se anexa al habitual para esta carrera, la hice muy tranquilo.
Creo que la sensación del final, la noción de estar terminando la competencia necesitó de ese tiempo para filtrarse hasta mi ánimo. En cuanto ingresé al “circuito grande”, cuyo primer tramo pasa por detrás de los boxes y no vi a nadie, no vi gente y supe, entonces, que estaban todos aplaudiendo y festejando en la línea de llegada, fue que la pensadora se puso en funciones y el resto del circuito se transformó en el más largo de las 84 horas. En el más largo del mundo.
En ese Torino y en mí estaba depositada, en ese instante, toda una esperanza grande. Y yo, prácticamente, iba de regalo en ese auto. Ese no era mi puesto. Le correspondía, por derecho, a Juan Manuel Bordeu... Si yo... hace apenas 4 ó 5 años... ¡corría en kart y en Ford T! Y en ese momento tanta gente, allí y en nuestro país, estaba pendiente de ese auto. Y de mí. De esa última vuelta.
Me asaltaron mil pensamientos. Y pensé en mi Azul, en mi gente. Y en las quemaduras de Giacone. Y en las noches sin dormir de algunos y en el esfuerzo de todos. Vi a mi esposa y a mis padres, y la cara manchada de grasa de Larry y los enrojecidos ojos de Copello.
Y entonces sentí que me ahogaba, que las ganas de reír fuerte, a carcajadas, hacían fuerza hacia fuera, en la garganta. Y con el dorso de la mano, entonces, enjugué la primera lágrima.
Yo no siento vergüenza de haber lagrimeado como un chico. Es que... ¡nunca me lo hubiera podido imaginar” Estaba allí, terminando la carrera, mientras Fangio, Berta y Lobbosco, Zurita y Macagno y todos, aguardaban, mientras en mi país y en mi Azul estarían contando cada segundo, mientras el grupo de mecánicos estaba a punto de tocar el único premio a tanto desvelo, y yo estaba allí, terminando la carrera...
Y entonces se me hizo más difícil ver, aunque el día estaba claro. Y el recuerdo de Jorge Cupeiro y de Luis Di Palma se sumó a la sensación de no estar solo, en ese auto, que se desplazaba casi lentamente por el circuito. Y vi las figuras de los planilleros dobladas sobre improvisadas tarimas, controlando, contando, avisando. Y las de los mecánicos en las largas guardias, y las de los periodistas en la sala de telex y en las cabinas de transmisión, y las de los compatriotas que llegaban de aquí y de allá, de toda Europa, para sumar su presencia a la nuestra, para integrarse a la modestia de un intento y al orgullo de ser símbolo.
Era la última curva, a la derecha, la que da a la recta principal.
Y entonces fue como si todos, todos los integrantes de la Misión Argentina me hablaran, allí, en ese momento. Y escuché a mi propia voz...
—¿Porqué...? ¿No tengo yo el derecho a llorar...?
Y entonces lloré y reí. Me tragó un embudo de gente y vi cintas argentinas caer sobre el auto y a Adolfo Donati repartir escarapelas, y brazos en alto y saltos de júbilo. Y me pareció imposible que ese banderazo me hubiera caído a mí... ¡Nunca lo hubiera podido imaginar...! Y ví a Fango ser llevado en andas, y luego a Berta, y debí proseguir la marcha. No pude ver más. El parque cerrado era inflexible y allí, en el recinto donde el idioma me incomunicaba, tuve que soportar toda esa alegría solo.
El vencedor me estrechó la mano y el dolor pareció correr su propia carrera. Las quemaduras que me produjera el escape me hicieron volver a pensar.
¡Si no hubiera sido por ...! Di toda la vuelta alrededor del auto. Es curioso. No he corrido una infinidad de carreras, pero sí algunas, y nunca me sucedió algo igual. El auto. Era como un amigo. Un compañero más. Alguien con quien compartí muchas horas, que hacía su trabajo y lo hacía bien, con ganas, como si él también estuviera orgulloso de ser embajada. Y entonces me dí cuenta que no era la primera vez que le hablaba. Sí, le había hablado al Torino Nº 3 como si fuera una persona y me entendiera. No una, sino muchas veces. Le había pedido, conversado, rogado y exigido. Fue así que lo palmoteé en un guardabarro, como para llamarle la atención, mientras le dije, a media voz...
—¿Viste...? ¿Viste lo que hicimos? Y esto no es nada. Más vale que te vayas preparando... Creémelo... ¡Vas a ver el año que viene...!
Después recibí el abrazo grande de Juan Manuel Fangio. Y cuando volví a quedar solo, busqué en mí la forma de llenar la necesidad de dar las gracias. No sé. Quizá sea ésta la forma. Decir públicamente, a todos, que no siento vergüenza de haber lagrimeado como un chico.


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Re: "84 Horas de Nürburgring: Misión Argentina"

Notapor natoch el Mar Ene 25, 2011 9:54 pm desde Posadas, Misiones, Argentina

Priceless los suyo Mr Christian!!!! ::em ::em ::em
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Re: "84 Horas de Nürburgring: Misión Argentina"

Notapor Christian 380W el Jue Ene 27, 2011 6:01 pm desde Capital Federal, Argentina

CAPÍTULO XXV


En Alemania, el Sábado 23 de Agosto en horas de la tarde.


Y HABÍAN DICHO... “CON ESOS MONSTRUOS... ¡QUÉ PRETENDEN HACER AQUÍ?”
por TIBOR TELEKI

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Se había decidido que Larry y Cacho Franco llevaran el auto hasta Lieja. No quise separarme de ellos hasta el mismo momento en que partieron y, en verdad, hubiera querido seguirlos, tal como lo hicieron 2 autos más. Uno de ellos llevaban a Pepe Diez y Giacone, por cualquier eventualidad que se pudiera presentar, y el otro... bueno... ¡el otro se perdió, al equivocarse de camino, y apareció en Aachen!
No niego que haya sido agradable el demorarme un poco, ya que tuve oportunidad de presentar a la gente que concurrió al asado que preparó, como buen experto que es, el gordo Casarín. Además, en un aparte, pude comenzar a palpar qué significaba lo realizado por la Misión Argentina y por el Torino. Dos periodistas, uno inglés y otro español, virtualmente me secuestraron y, antes que pudiera darme cuenta, estaba respondiendo a un hábil cuestionario en el interior de un Volswagen. Fue un buen interrogante el que me plantearon... “¿Por qué, después de 11 años de ausencia, la Argentina se ha decidido a volver al plano internacional...?” El nudo de la inquietud periodística se había prolongado más allá de las características de los autos y de la clasificación lograda. Recuerdo que les respondí con una gran sinceridad, con la misma que ahora inspira estas líneas... “Creo —les dije— que ha sido, primero, una cuestión de oportunidad. Luego, que Fangio se decidió a hacerlo, siendo esto más importante que lo que muchos cree, y además —aquí salió a la luz un legítimo orgullo familiar—, porque hasta el nacimiento de este automóvil, no había auto argentino que pudiera participar”.
Con el B.M.W. que gentilmente no cediera la fábrica, y disfrutando de una alegría interior que no podía ocultar, finalizadas estas entrevistas, me dirigí a Lieja. Di alcance a los muchachos en Eupen. De allí seguimos juntos, en una pequeña y jubilosa caravana.
Luego llegó la recepción formal, en el Chaud-fontaine. Los aplausos, los vítores, las flores y unos besitos que dos chicas belgas, muy monas, obsequiaron a Larry y a Cacho. La caravana se integró con aquellos participantes que habían finalizado la prueba y proseguimos viajando a Lieja, donde estacionamos los autos frente al Royal Motor Union. Apenas había tenido tiempo de impactarme la diferencia entre los 19 autos presentes y los 79 que inscribieron su nombre en la Marathon de la Route, cuando una voz, desde la escalinata de acceso al Club, preguntó...
—¿Usted es el señor Teleki...? ¿Quién es el señor Teleki?
—Yo soy... —respondí— dirigiéndome a quien me llamaba.
—Señor Teleki, urgente, lo buscan por telex... Creo que me largué a reír... Resulta que, desde el comienzo de la carrera y también desde mucho antes, pero en menor escala, yo me pasaba gran parte del día en la sala de telex del Sport Hotel Tribune...
Fue en la sede del Club donde, realmente, percibí que nuestra clasificación tenía real dimensión de éxito. No sólo por los periodistas, sino directivos de esa institución, y de otras, inquirían, felicitaban, mostraban su curiosidad por el auto, por sus índices de venta, por la calidad de nuestros pilotos, por la sensación que fuera el arreglo de “la Banana”, por los notables recursos de nuestros mecánicos y por lo que ellos denominaban “el regreso”. Sí, el regreso de Juan Manuel Fangio.
Me vi, entonces, al comienzo de una tarea que ahora finalizaba, dialogando con Fangio sobre la necesidad de que una persona que tomara a su cargo las relaciones públicas de la misión...
—“Mirá, hermano, cada uno de nosotros tiene que dedicarse a lo suyo. Los mecánicos, los pilotos, yo, Lobbosco, Berta, todos tenemos cosas que hacer y hay otras cosas, muy importantes, que también deben ser atendidas”.
Y de aquella conversación nació un ritmo de trabajo de 16 o más horas diarias, que se desplegaba en una esfera increíblemente vasta. Desde establecer contactos con la Embajada Argentina y las autoridades de la prueba, hasta conseguir la tintorería que lavara las camisas de los muchachos...
Llamadas telefónicas en las que, la más de las veces, no se sabía en qué idioma responderían del otro lado de la línea, entrevistas den todo nivel, solución de problemas graves y nimios, contactos con Bosch, Griling, Dunlop. Los hoteles, los medios de información y, en otro nivel, los muchachos nuestros, que aunque algunos hablaran inglés o italiano y se hubieran podido entender, recurrían a mí. Como yo hablaba alemán... Lo curioso de esta experiencia fue que me preocupé por llegar a Alemania antes que Fangio, para tratar de solucionar todo aquello que estuviera a mi alcance. Y resultó que Fangio, aún estando ausente, me ayudó a mí. La sola mención de su nombre, el actuar en su representación, es una llave maestra que abre y abre puertas. No había sospechado, siquiera, este hecho, que trasciende a otros niveles. La conciencia del nombre de Fangio, en Europa, va de generación en generación. Es como una leyenda.
Recuerdo que una tarde debíamos encontrar un frigorífico, para almacenar los 1.500 kg. de carne que nos enviaría CAP. Fuimos, con Juan Manuel, a una carnicería, para tratar de averiguar los dónde y los cómo de la solución a nuestro problema. Entramos al local y... —¡Herr Fangio...! —exclamó, lleno de sorpresa, el dependiente que estaba detrás del mostrador.
¿Hace falta decirlo? La solución la encontró la magia de este nombre.
Esta vez. Y otra vez. Y muchas veces. Su ayuda fue valiosísima. Con su presencia, con su sonrisa, por haber estrechado una mano o firmado un autógrafo. Y con la magia de su nombre. Y con su fe. Su fe en la empresa que represento, en los Torino, y en la maravillosa idea que él mismo bautizó con el nombre de Misión Argentina.

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Christian 380W
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Re: "84 Horas de Nürburgring: Misión Argentina"

Notapor Christian 380W el Vie Ene 28, 2011 2:37 am desde Capital Federal, Argentina

CAPÍTULO XXVI


En Buenos Aires, Agosto 23 de 1969


“NO SÓLO HAY GAUCHOS Y PAMPAS”
por YVON LAVAUD


Fue en 1968 cuando, por primera vez, Juan Manuel Fangio me habló sobre este proyecto. Nosotros sabíamos de las bondades, de las virtudes del Torino, y conocíamos la opinión que este automóvil había merecido —de expertos— en Europa, donde lo enviamos para su evaluación. Allí se lo consideró un “fuera de serie”, no comparable con un auto de gran producción, sinó más bien un producto de categoría especial.
En una palabra: en Europa lo valoraron mucho. Por lo general más que en éste, su país de origen.
No por nada yo tuve, desde un principio, mucha fe en el Torino. Sucede que es un automóvil bien nacido. La idoneidad de los ingenieros capaces de haberlo hecho (y bien) estaba demostrada. Tuve, además, el respaldo de la gente de Ingeniería de Productos de Renault-Francia, que vino aquí, lo desarmó en su totalidad, lo estudió pieza por pieza, y quedó absolutamente conforme.
Pero... ¿qué podíamos hacer para demostrar que ese automóvil era, realmente, de nivel internacional? Pensamos en elegir una prueba que resultara en una comprobación fehaciente... Ir a correr a cualquier circuito... o en cualquier competencia no era, por cierto, el objetivo. En este sentido dimos comienzo a conversaciones con algunos amigos y, sobre todo, con Juan Manuel Fangio. Y fue precisamente Fangio quien, un día, nos expuso su idea de que la Marathon de la Route era la prueba que buscábamos.
A primera vista me pareció algo muy importante. Algo quizá un poquito atrevido por la duración de la competencia, por las enormes dificultades del circuito, y por lo sumamente difícil y estricto del reglamento de esa prueba, que lleva toda la exigencia tradicional de la muy famosa Lieja-Sofía-Lieja.
Pero la verdad es que no teníamos, salvo la apreciación de Fangio, datos que nos posibilitaran evaluar la posible performance del Torino. Nunca un Torino había rodado en Nürburgring, ni tampoco ningún piloto argentino lo había hecho en un auto similar. Teníamos, sí, la apreciación de Fangio sobre el Torino y sobre Nürburgring. Esa fue, entonces, nuestra base. Resultó de esta forma que la idea, desde un principio considerada aceptable, no fue puesta en práctica ese año, 1968, por la sencilla razón de que quisimos saber un poco más sobre todas las exigencias del proceso. Partieron —entonces— para Europa, Fangio, Berta y Lobbosco, para interiorizarse de lo que significaban, en la práctica, los detalles del reglamento.
Así fue que examinaron con ojo crítico el circuito y lo recorrieron con un auto de serie. De ese viaje, surgió la conclusión, reiterada por Fangio, de que los Torino podrían comportarse muy bien en ese escenario y en esa carrera. Seguimos adelante, conversando sobre la idea, analizándola, y finalmente Fangio presentó su proyecto, al que denominó Misión Argentina.
Gustó a todos. La fábrica, entonces, se hizo cargo de la preparación de los tres autos, con sus repuestos, y los entregó a la Misión Argentina con el fin específico de competir en las 84 horas de Nürburgring.
Pero la verdad es que, en un principio, estábamos muy lejos de tener como objetivo r a ganar la carrera. Puede ser, pienso ahora, que íntimamente Juan Manuel lo haya supuesto. Pero en lo que hace a nosotros, no conocíamos el circuito, no disponíamos de datos seguros acerca de a competencia que deberíamos enfrentar...
Nuestro enfoque fue, entonces, el de una prudente modestia: ira a hacer la prueba, comparar nuestros autos con los demás, con aquellos producidos por países de una gran tradición como fabricantes de automóviles, con margas de bien ganada fama, y ver el nivel en que nuestros pilotos podían medirse con volantes europeos, especialistas en este circuito y también en este tipo de competencias.
Pensamos en la Misión Argentina como si fuera una especie de embajada. Por primera vez los argentinos salían de su país, integrando un equipo totalmente argentino, y eso —a nuestro juicio— era uno de los hechos más significativos de la Misión.
La consigna era ésa. Demostrar cómo somos y qué fabricamos. Y andar. Andar lo mejor posible... ¡Y cómo anduvimos! Tanto que, en un momento dado, todas las probabilidades para pronosticar los ganadores de la carrera apuntaban a los Torino.
Algunas pequeñas dificultades, alguno que otro problema de escasa importancia (adquirida sólo en función del severísimo reglamento de la prueba) nos quitaron un triunfo muy posible. Pero no es menos cierto que logramos demostrar, mediante esta embajada de directivos, técnicos, pilotos, mecánicos y automóviles, que en la Argentina, como bien se ha dicho, “no sólo hay gauchos y pampas”.
Logramos, también, demostrar seriedad, orden y organización. Es decir: lo que se llama un equipo. Y éste —considero yo— además de uno de los factores preponderantes del éxito, fue un éxito en sí mismo, ya que quedó palpablemente demostrado que los argentinos son hombres bien organizados como los que más. Quizá —no quiero pecar de exagerado, pero lo pienso así— quizá, también, los que demostraron la mejor capacidad para trabajar ordenada y serenamente. Esto fue para nosotros de una enorme satisfacción, por cierto muy comprensible, ya que vino a corroborar la fe y la confianza que habíamos depositado en ese grupo.
Y ahora quiero hacer justicia. Cuando gente de Renault llegó a la Argentina procedente de Francia, de Italia, de Bélgica, de España, y de otros países del mundo, y se afincaron aquí, estaban acostumbrados a los autos de la marca francesa. Pero fue notable ver cómo, a los muy pocos días, se tomaban a pecho el Torino. Lo han querido, lo han transformado en “cosa propia”, simplemente porque lo han manejado. Porque lo han disfrutado y también porque han colaborado en su fabricación.
Recordemos que el Torino fue para nosotros, cuando llegamos a la Argentina, una herencia. Pero una herencia de gran significado, de gran trascendencia. Por eso quiero rendir, en estas líneas, homenaje a los hombres que lo han creado, a quien fuera el impulsor y el ejecutor de la idea de su fabricación en el país, el señor James F. McCloud, al tiempo que no podría separar de “la aventura” del Torino a otro gran hombre argentino, que es el de Fangio. El también tuvo que ver, con su experiencia y su consejo, en el nacimiento de este gran auto argentino.
Este automóvil que hoy nos enorgullece. A todos.

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Re: "84 Horas de Nürburgring: Misión Argentina"

Notapor Centella el Mié Feb 16, 2011 10:15 pm desde Villa Carlos Paz, Cordoba, Argentina

Terminé de leer todos los capitulos de esta pagina........

Que relatos... los vivo como si hubiera estado allí... Me imagino para vos Cristian que sos un Amante de ese Modelo.

::ap ::ap ::ap ::ap ::ap ::ap ::ap ::ap
KAWASAKI NINJA ZX14 "THE BLUE BEAST"
COPINA........NO PERDONA....... y EL TUNEL.......TAMPOCO !!!
LA VIDA TE SORPRENDE CUANDO MENOS TE LO ESPERAS !!! A DIOS AMIGOS !!! Faby - Faster

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Re: "84 Horas de Nürburgring: Misión Argentina"

Notapor Christian 380W el Dom Feb 20, 2011 10:20 pm desde Capital Federal, Argentina

EPÍLOGO


...Se ruega tener a bien ajustarse los cinturones de seguridad y no fumar. Gracias....
Así lo hice. Maquinalmente. Sin respetar al pedido de mantener el respaldo del asiento derecho, como si fuera un chico de colegio que se complace en hacer lo prohibido, recliné el mío un par de centímetros. Alcanzó para alivianar la tensión en los músculos de la espalda. Entorné los ojos mientras el zumbar de las turbinas se convertía en un rugido que, en el exterior del Boeing 707, debería ser ensordecedor. Carreteamos por la pista del aeródromo de Zurich. Pensé en sacarme los zapatos y decidí en contra. Los pies se hinchan al volar a más de 10.000 metros de altura y es muy incómodo del tratar de calzarlos nuevamente. Como concesión, aflojé los cordones.
Como si los párpados fueran persianas los bajé, con fuerza, decidido a evitar que el cansancio acumulado se perdiera, distraído en la siempre nueva y atrayente maniobra del decolaje.
El rumor fue ensordecedor. Miles de caballos de fuerza llenaron el espacio y ganaron el infinito donde el sonido, en el impensado museo de la historia sonora del hombre, atesora integrantes de una concebible galaxia de memorias y de ondas.
¿Quizá? Quizá tengamos la posibilidad de demostrar lo que valemos. No importa cuánto. Lo que valemos. Lo que hemos logrado ser. Y hacer.
—¿Este auto se fabrica en la Argentina?
—Nosotros hemos venido aquí a aprender...
El rumor fue ensordecedor. Y la claridad de cientos de faros horadó la noche e hizo cierto el día argentino. Estábamos compitiendo. ¿Era bastante?
—Bastante hemos hecho— dijo Miguel Angel Merlo, con su dura, incisiva. Si les hubieran dicho, en Buenos Aires, que puntearíamos la carrera, no sólo durante horas, sino durante días, y que, además, faltando lo que falta, estaríamos terceros... ¿no hubieran saltado de contentos? Y entonces... ¿a qué viene esas caras largas...?
La carrera es larga y dura. ¡No importa que el Ford Capri se nos venga encima! Si quiere agarrar la punta... ¡que lo haga! ¡Que nadie gire en menos de 14 minutos...!
Fangio le dio personalidad a la misión. Lo dijo Cupeiro. Y nos puso en vereda, acotó Franco. Sin él hubiera sido casi un imposible, afirmó Perkins.
Y lo veo, avanzada la madrugada, como si pretendiera, con sólo la fuerza de su voluntad, otorgar al día las horas que el trabajo precisa, a los mecánicos la fuerza, a los pilotos la prudencia, a los directivos optimismo y a todos, aliento. De pie, apoyado en la pared de un garaje, declamando sin palabras su confianza, ejerciendo sin gritos su firmeza; de pie, en los boxes, en la zona no penalizable, en la recta trasera, en un lado y en otro. Con los comisarios, con los directivos. Con los diplomáticos, con los mecánicos. Con unos y con todos. Con nosotros. Con la Misión Argentina.
Y lo veo bajar las escaleras que conducen al inundado túnel que cruza por debajo de la pista. Está solo. Lo llamo. No con la palabra que hace que todos los rostros, de inmediato, se den vuelta. Lo he llamado, simplemente, Juan.
Quizá porque desde antes y también entonces, al igual que ahora, lo siento cerca. Muy cerca. Es posible que yo haya comprendido que existe un tipo de generosidad que se mide con otra dimensión y que en esa dimensión todo adquiere una tonalidad y un valor distinto. Y entonces yo lo llamo, simplemente, Juan. Y él me entiende. Estoy seguro. Y me deja.
—“Argentinien wagen...”— grita un señor alemán que ahora sabe lo que hemos logrado ser y hacer. Y me doy cuenta que a un costado del puente de Adenau, forrados en cuero y lana, como si fueran imágenes turísticas calcadas de una tarjeta postal tirolesa, un grupo de alemanes habla de la industria argentina.
Y pistones y bielas y cojinetes y aros y pernos. Y engranajes y válvulas y ejes y bujes. Y el canto del escape inconfundible, rubricando la eficiencia. Y alternativos y rotativos, los movimientos se suceden con la perfección de lo matemático.
Y el martinete cae sobre la pieza al rojo vivo, acunada en la matriz, y los golpes los aguanta una y otra, como hijo y madre que resisten juntos los embates de la vida, mientras uno se moldea y la otra se desgasta. Y nuestro suelo y nuestra técnica y nuestros hombres lo concretaron. Y está a allí, en la pista, ahora primero, conducido también por argentinos, mientras desvanece acomplejadas premoniciones al tiempo que —sin insolencias, pero con prestancia— el canto del escape inconfundible, sigue poniendo punto en boca a los agoreros del fracaso.
Veo la cara ampollada de Giacone y lágrimas de hombre rodar por las mejillas de Cacho Franco. Comparto los nervios de Lobbosco y me sumo a las primeras arrugas que he visto en la cara de Oreste Berta. “No hagan ruido... Gastón duerme”. Y el telex teclea teclea y teclea. El palco grita su entusiasmo frente al micrófono y García Veiga no siente los dedos crispados de su propia mano derecha, que atenacean su garganta, mientras los minutos se desplomaron sobre nosotros, sobre nosotros, sobre nosotros.
Y veo las cintas argentinas y escucho la música, los aplausos y los vítores.
—Nosotros hemos venido aquí a aprender...
—¿El Torino se fabrica en la Argentina?
—...Hacia el aeropuerto internacional de Barajas. Se ruega a los señores pasajeros tengan a bien ajustarse los cinturones de seguridad y no fumar. Gracias...
El aeropuerto bulle de gente. Compro unos diarios. Cuando voy a pagar, al buscar el cambio en el bolsillo, el prendedor de una pequeña placa de identificación me lastima el dedo pulgar. La acción de arrogar lejos al culpable la quiebra un pensamiento. Con un guiñó de complicidad, el colega López Castagnous me imita y ahora, mientras tratamos sin éxito de permanecer serios, ambos lucimos en la solapa izquierda del saco, la leyenda “Misión Argentina”.
—¿Misión Argentina?— Inquirió el empleado de Inmigración en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza.
Le respondí con las mismas palabras con las que quiero cerrar éste, que es el epílogo de tiempos pasados y prólogo de tiempos que llegan.
En justicia y renovada esperanza.

—Misión cumplida.

MIGUEL ANGEL BARRAU

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Re: "84 Horas de Nürburgring: Misión Argentina"

Notapor Christian 380W el Mar Feb 22, 2011 1:08 am desde Capital Federal, Argentina

APÉNDICE



De diarios y revistas argentinos, al culminar la “Marathon de la Route”

La ronda continuó. Se presentaron nuevos problemas, algunos, como el de las pastillas de frenos o el cambio de neumáticos, previstos a la hora de estructurar el plan de trabajo. Otros, como la deficiencia de un caño de escape, inopinados. En la emergencia, retemplados los ánimos, el auto continuó su marcha. Perdió terreno, pero así y todo, cuando la fatigosa y exasperante Marathon de la Ruta está a pronto de concluir, mientras la última noche nos sorprende en este circuito de Eifel, nos hacemos una pregunta, que acaso sea una respuesta: ¿Cuánto se ganó desde que éste objetivo de humildad y de fe se puso en marcha?

de
LA NACIÓN
en su edición del día
23/8/69, por Alfredo Parga,
enviado especial a Alemania.


Fangio fue a su requerimiento en lugar de hombre común y mortal, pero en el frenesí desatado en medio de la espléndida fraternidad espontánea de personas envidiablemente hermanas de un hecho útil como éste; la realidad era un sola: somos capaces de cosas grandes si nos ponemos entre todos, entre todos. Sin remisos ni expulsados. Todos han de servir, por inteligentes, por aguantadores, por fervorosos. Cuando Fangio abrazó a Cacho Franco y Franco lloró sin rubor ni cálculo, Fangio miró para otra parte. Pero en la clara pupila campeona había un titilar líquido que algunos creen que fue una lágrima.

de
LA RAZÓN
en su edición del 24/8/69
por Miguel Angel Merlo,
enviado especial a Alemania.


Nürburgring, 23 (UP) — La multitud estalló prácticamente en aplausos entusiasmados cuando Oscar Mauricio Franco entró en la recta que da a los boxes y la línea de llegada con el Torino 4 litros, anotado por la escudería Argentina, culminando su brillante actuación en la Maratón de la Ruta. Fue la ovación más caluros y estruendosa recibida por cualquiera de los competidores, y estuvo reservada para el coche más grande que se hubiera anotado en la carrera. En el box argentino, mecánico, pilotos y periodistas que acompañaron al equipo saltaban y bailaban de alegría.

de
LA PRENSA
en su edición del día
24/8/69, por Stanley Parker.


La Directora de CLARIN, señora Ernestina Laura Herrera de Noble, envió a Juan Manuel Fangio, director de la Misión Argentina, el siguiente mensaje:
“La misión posible” fue slogan de CLARIN desde el mismo momento que partieron hacia Nürburgring. Nuestra fe y nuestro apoyo han sido justificados con el esfuerzo y la capacidad auténticamente argentinos que ustedes han demostrado. Reciban calurosas felicitaciones y la seguridad de que vuestro triunfo “no necesita bandera a cuadros”.

Sra. Ernestina Laura Herrera de Noble,
Directora de
CLARIN.


EL VALOR DE LA HAZAÑA. Quizás esa no sea la palabra exacta. Me cuesta trabajo encontrarla. Me cuesta trabajo definirla. Pero esto alcanza a ser más que eso... Porque ésta empresa, ésta “Misión Argentina” que nació de la inspiración y las ganas de hacer de dos señores que se llaman Juan Manuel Fangio y Oreste Berta, que llegó a Alemania con el fundamental objetivo de aprender, que nos hizo temer en algún momento por el éxito final, llegó a un resultado que seguramente nadie esperaba. Quizá porque los argentinos tenemos la mala costumbre de creer demasiado poco en nosotros mismos...

de la revista
EL GRAFICO
en su edición del 26/8/69
por Alfredo Imas,
enviado especial a Alemania.


...Y si bien es cierto que antes de partir, la Misión encontró un eco alentador en todas las puertas que golpeó, porque tanto los hombres de gobierno como los empresarios y los industriales de todas las ramas la apoyaron moral y económicamente sin pensar que el triunfo beneficiaría e una sola firma en particular (EL GRÁFICO fue uno de los primeros en integrar ese ejército de “creyentes”), encuentra —inmediatamente después de la hazaña— que no sólo se ha ampliado su crédito, sino que el triunfo —de orden nacional— tuvo la virtud de congregarnos a todos los argentinos en un solo sentimiento de admiración que no conoce distinciones ni intereses particulares o comerciales.

de la revista
EL GRAFICO
en su edición del 26/8/69
por Carlos Fontanarrosa,
Director Editorial.


El que quedó, el Torino Nº 3, fue el auto más veloz de la Marathon y pudo haber seguido en carrera muchas horas más. ¿Qué otra cosa puede pedírsele a un auto y a un equipo de corredores? Sería arriesgado olvidar que el objetivo inicial de la Misión Argentina fue el “aprender” y casi se gana la carrera. Además, en una competencia de este tipo, abandonar no es una eventualidad: la eventualidad es llegar.
... Pero, pasado el acontecimiento de Nürburgring, momento inaugural de una nueva zona de la competición para los equipos argentinos (hombres y máquinas), el futuro se presenta expectante. Puede suceder que cualquier desconocido se largue a correr en pistas europeas con autos que a lo mejor tiene una decena de carreras encima y carecen de la preparación necesaria. Los fracasos posibles en este tipo de empresas no pueden, sin embargo, retrotraer a la etapa anterior a Nürburgring. Sobre todo, luego de la impecable preparación y el criterioso enfoque demostrado por la reciente Misión Argentina.
Luego de lo demostrado, una imagen nueva y otra bastante vetusta se convertirán en indudable atractivo para cualquier organizador internacional de carreras de autos-turismo: la de incorporar a los avasalladores Torino, una nueva marca que, para sorpresa de muchos, viene de las lejanas tierras de América del Sur, presumiblemente habitadas —para esa segunda imagen— por los habitantes siesteros a los que los monos presurosos les obsequian cocos desde típicos arbustos.

de la revista
ANALISIS
en su edición del 2/9/69.


El Sport Hotel Tribune volvía a quedar vacío, y en el circuito rodaban los “tuercas” que durante días se conformaron con mirar desde el ángulo predilecto. La lluvia había vuelto a caer con fuerza. La torre del castillo no se veía. Las últimas instalaciones de los boxes, ya vacíos, estaban desmanteladas. Las valijas del centenar de argentinos listas para el regreso, algunas. Con otros destinos, muchos de ellos. Unos a Francia, otros a Italia, Londres... Con cierta tristeza los recientes amigos de Nürburgring le levantaban el brazo para la despedida del centenar de argentinos que los enloquecieron durante un mes. Las camareras, las mucamas, las telefonistas, los guardianes, los porteros, los tranquilos habitantes del anillo de Nürburgring. Las manos se agitaban entre la bruma de la lluvia, mientras todo Nürburgring comenzaba a memorizar para siempre, con su difícil español, Fangio, Berta, Franco, Perkins, Copello, Larreta, Montero, Galbato, Di Palma, Fangio Junior, Canedo, García Veiga, Ruata, Teleki, Lobbosco, Sojit, argentinos, Torino, Argentina, Argentina, Argentina...

de la revista
GENTE
en su edición del
2/9/69, por Samuel Gelblung,
enviado especial a Alemania.


84 horas de vigilia, de angustias, de alegrías, de sorpresas y hasta de lágrimas, han quedado atrás. Aunque lo que hemos visto en estos 3 días infernales, no es sino el producto de una larga planificación. Fueron estas últimas horas las que en estos momentos llenan nuestros ojos y nuestra emoción, cuando en el primer balance podemos comprobar que nuestra industria automotriz, por obra y gracia de lo realizado por la Misión Argentina en esta “Maratón de la Ruta”, vino a demostrar en toda Europa la madurez de la técnica automotor.

del diario
CRONICA
en su edición del
sábado 23/8/69, por Víctor Navas Prieto,
enviado especial a Alemania.


La Misión Argentina cumplió su cometido. Mucho antes de que terminaran las 84 Horas de Nürburgring. Con haber ido bien organizados, con haber presentado tres autos en la línea de partida con los colores argentinos y apoyados por un grupo de gente disciplinada y capaz, ya estaba cumplida la misión. Sin embargo hicieron más que eso, al destacarse también en el nivel deportivo. Esto no lo esperaba nadie. Por lo menos en esa medida. Sin embargo, se hizo. Habrá habido errores. Inclusive de cierta importancia. Pero todo está dentro de posible cuando se va a competir a Europa con autos bien diseñados, construidos y preparados en el país y sin ninguna experiencia. Y faltos de experiencia, no sólo en el plano técnico, son en el de formar equipos con hombres que durante todas sus vidas corrieron en forma absolutamente individual. Sin embargo, los problemas fueron menores. El comportamiento humano fue notable, como corresponde a gente de bien. Dejaron, además de la impresión de ser grandes pilotos, grandes mecánicos, la seguridad de que en la Argentina se vive en un nivel elevado. No somos subdesarrollados y no merecemos que se abusen de nuestra hospitalidad como alguna vez antes, cuando venían a correr aquí el Gran Premio Internacional de Turismo. Porque somos tan capaces como ellos y, además, porque no subestimamos a nadie. Respetamos a todo el mundo. Sólo queremos compartir un lugar entre los países más adelantados del mundo, porque lo somos. Porque lo demostramos cada vez que trabajamos con sencillez, en silencio y con humildad.
Ese es el automovilismo que queremos. El trascendente. El importante. El que somos capaces de hacer. Ahora, a mirar confiados para adelante. A superar lo intrascendente. Esta Misión Argentina abrió camino para el futuro. No dejemos que se vuelva a cerrar.

de la revista
COMPETICION
en su edición del 26 de agosto de 1969.


Mientras esperábamos que no sirvieran la cena, mostré a Fangio algunos artículos de las revistas británicas. Creo que su satisfacción era mayor que cuando hace muchos años los cronistas del Viejo Mundo alababan sus magistrales demostraciones.
“¿Viste cómo lo conseguimos? Ya estamos en boca de ellos y lo más importante es que no hay ninguna crítica, y vos sabés que los periodistas europeos son lapidarios en ese sentido. Y ya vas a ver cómo van a hablar cuando termine la temporada. Cada vez veo más factible que en el 71 el Gran Premio de la Argentina vuelva a tener puntaje para el mundial.”
... Fangio había salido de la Argentina dos meses antes, con una enorme responsabilidad. Su misión estaba cumplida, y ni aún los más optimistas llegaron a creer jamás que lograría un éxito tan resonante. El “quíntuple” estaba de vuelta y, como siempre, con la frente bien alta.
... Y los habitantes de Buenos Aires volvieron a presenciar un espectáculo del que hacía más de diez años se veían privados: el paseo triunfal del hombre que en más oportunidades ha hecho que el mundo hable de Argentina.

de
AUTOMUNDO
Edición del 30/9/69,
por Rodolfo Villanueva, enviado
especial al Viejo Mundo.


En los últimos años de la década del ’20, un argentino —Luis Angel Firpo— puso el nombre de nuestro país en boca de todo el mundo, al sacar a Jack Dempsey fuera del ring. Fue el primer “Toro Salvaje de las Pampas”. Hoy, dentro del “ring”, un segundo “Toro” —esta vez un 380 W— sin lograr una victoria rotunda, a pesar de ser quien más vueltas dio en la pista de Nürburgring, lleva nuevamente la imagen argentina al resto del mundo, demostrando la calidad de nuestras máquinas y pilotos ante una Europa automovilística muy asombrada e incrédula.

de
PARABRISAS CORSA,
Edición del 26/8/69,
por Carlos Figueras,
enviado especial a Alemania.


...Hemos alcanzado un verdadero triunfo —es cierto— pero recién estamos en el comienzo. Si queremos estar y permanecer “ahí”, con la “creme international” tenemos que empezar a trabajar y a movernos en serio, sin darnos tregua. La Misión Argentina de 1969 fue algo realmente positivo y como argentinos nos sentimos orgullosos de lo realizado. La consigna, ahora, es: ¡No dormirse sobre los laureles!

de
PARABRISAS CORSA,
edición del 26/8/69,
por Guillermo Mártire, Director.

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Re: "84 Horas de Nürburgring: Misión Argentina"

Notapor Christian 380W el Mar Feb 22, 2011 6:12 pm desde Capital Federal, Argentina

Bueno gente esto fue todo espero que lo hayan disfrutado y dejo algunas imagenes mas para el que le interese.

REGLAMENTO

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RESULTADOS OFICIALES

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FESTEJOS

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FELICITACIONES Y PUBLICIDADES

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RECIBIMIENTO EN ARGENTINA

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DONDE SE ENCUENTRAN HOY EN DIA LOS TRES TORINOS

Nº 1 Di Palma - Cacho Fangio - Galbato

La bananita encontrada por un camionero de casualidad tirada dentro de un campo fue pasando de mano en mano hasta llegar a su actual dueño Daniel Van Liende la adquirió en la subasta del Automóvil Club del año 2007. Hasta el momento la conservó sin restaurar para evitar suspicacias borrando huellas de autenticidad. Entre las 12 certificaciones ante Escribano que obtuvo, figuran las de Berta, la de Pronello y la del Museo Fangio. Ahora que todos saben que es la verdadera esta en el dilema en dejarla con lo poco original que le queda o restaurarla a nuevo.

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Nº 2 Perkins - Canedo - Cupeiro

Su paradero en incierto algunos comentan que cuando volvio la utilizaron para correr en el TC del interior y termino vaya a saber uno donde pero no hay pruebas de ello.

Nº 3 Copello - "Larry" - Franco

Se expone permanentemente en el Museo de nuestro querido idolo Juan Manuel Fangio ubicado en la localidad de Balcarce Abierto todos los días inclusive sábados, domingos y feriados.

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Eso es todo espero que les haya gustado, saludos.-
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Re: "84 Horas de Nürburgring: Misión Argentina"

Notapor Camel el Mié Feb 23, 2011 3:41 pm desde San Martin, Buenos Aires, Argentina

::ap ::ap ::ap ::ap ::ap ::ap ::ap ::ap ::ap ::ap
::ap ::ap ::ap ::ap ::ap ::ap ::ap ::ap ::ap ::ap
Cristian que laburo que te mandaste... lo vengo siguiendo hace rato este post.... y esperaba el momento que lo termines para felicitarte y agradecerte el laburo que te mandaste.
Mis mas sinceras felicitaciones!!!
Ahora trabajo terminado a preparar el mate y a releerlo nuevamente ::te
Saludos!!!

Buenos Vientos en la Ruta!!!!
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Re: "84 Horas de Nürburgring: Misión Argentina"

Notapor pelad09 el Mié Feb 23, 2011 3:48 pm desde Suzuki Town

IMPRESIONANTE el laburo que te tomaste!
MUCHAS GRACIAS!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
::ap ::ap ::ap ::ap ::ap ::ap ::ap ::ap ::ap ::ap ::ap ::ap ::ap ::ap ::ap
::em ::em ::em ::em ::em ::em ::em ::em ::em ::em ::em ::em ::em
¨Aquilas non capit miuscas¨
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